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Palacio Madama, Juvara

Publicado por Laura Prieto Fernández

A lo largo de la historia de la arquitectura o más bien del urbanismo encontramos ciudades que están vinculadas a nombres propios por haberles otorgado una fisionomía específica y realizar en ellas grandes e importantes intervenciones, este es el caso por ejemplo del arquitecto y urbanista Ildefonso Cerdá quien planteó en El Ensanche de Barcelona o del Barón Haussmann quien en el siglo XIX otorgó a Paris sus populares bulevares; no obstante muchos años antes de estas intervenciones un arquitecto ya había hecho lo propio con el trazado medieval de la ciudad de Turín otorgándole a la misma una nueva configuración, este arquitecto es Fillippo Juvarra también conocido como Felipe Juvara.

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Originario de Mesina durante su juventud el arquitecto se formó en el taller de orfebres y grabadores que regentaba su familia, se trasladó a Roma y allí comenzó a trabajar en la escenografía teatral llegando a conseguir importantes avances e innovaciones en el campo. A principios del siglo XVIII comenzó a formar parte de la cofradía de San Lucas y desde entonces los encargos no pararon de lloverle. Pero sin duda alguna lo más destacable de su trayectoria fue su nombramiento como arquitecto de corte para los Saboya en el año 1714, desde entonces Juvara se trasladó a Turín donde llevo a cabo importantes intervenciones en la ciudad, una de ellas El Palacio Madama que aquí analizamos.

El palacio es a día de hoy uno de los monumentos más visitados de Turín y sede del Museo Municipal de Arte Antiguo. Se encuentra ubicado en el centro de la ciudad en la conocida Plaza del Castillo y parece ser que en origen el solar donde hoy se encuentra ubicado el Palacio de los Saboya debió ser una de las puertas de entrada a la ciudad en época romana. De esta antigua construcción así como de su origen medieval son testigos las torres octogonales que flanquean una de sus fachadas.

Fue en el siglo XIV cuando el palacio pasó a manos de los Saboya y en él se plantearon la construcción de un palacio de invitados al que se le otorgó una forma cuadrangular. Fue en la primera mitad del siglo XVII cuando el palacio fue elegido por Maria Juana Bautista de Saboya Nemours para convertirse en su propia residencia de modo que ésta encargó a Juvara la reconstrucción de la obra que debía seguir las directrices barrocas, no obstante en el año 1721 las obras se paralizaron debido a los problemas económicos cuando Juvara tan sólo había realizado uno de los frontales del palacio. De este modo la obra quedó configurada como si de un doble palacete se tratara y la fachada del arquitecto como una especie de telón que esconde la configuración primitiva del palacio de los Saboya.

El arquitecto planteó una fachada de doble altura con el cuerpo central más adelantado que los laterales y en el que encontramos grandes columnas de estilo corintio compuesto con una balaustrada mientras que en los laterales los plementos de cristaleras se separan por pilastras.