Arte
Inicio Arquitectura, Barroca Conjunto de Versalles (I parte)

Conjunto de Versalles (I parte)

Publicado por Laura Prieto Fernández

Si algún conjunto palaciego destaca por su belleza, opulencia y magnificencia ese es sin duda alguno Versalles. Situado en la Île-de-France, en el mismo municipio que lleva su nombre, esta espectacular construcción se sitúa a poco más de veinte kilómetros de Paris.

En origen, el primitivo palacio de Versalles fue mandado construir por el monarca Luis XIII como un modesto palacete de caza sin embargo, para su hijo Luis XIV esta construcción resultaba demasiado sencilla y humilde. El Rey Sol mandó ampliar el palacio de su padre, el encargo recayó sobre Louis Le Vau y Jules Hardouin Mansart. Finalmente Versalles se convirtió en un espectacular conjunto palaciego que permitía dar cabida a toda la corte francesa, más de 20.000 personas, y mostraba al mundo el poder del monarca francés.

Las ampliaciones sobre el primitivo palacio fueron paulatinas. Entre 1661y 1668 se modificó el antiguo palacio de caza y se convirtió en un palacio con planta de U mucho más dominante y una gran plaza de armas. Además se trató de unificar el conjunto con el uso de mansardas (ventanas dispuestas en los tejados) y pizarra en el exterior.

En la década siguiente Luis XIV decide trasladarse a Versalles, entonces decide ampliar las alas laterales que se configuran como palacios independientes dentro del propio conjunto con sus patios y espacios propios. El ala de la derecha se reserva para la administración mientras que los príncipes ocupan el ala de la izquierda. Con estas obras se consigue priorizar la fachada del jardín. Ésta se configura a través de tres pisos: el piso inferior almohadillado siguiendo los modelos italianizantes, el piso noble sigue los modelos romanos del Coliseo, arcos de medio punto sostenidos por gruesos pilares que son decorados con pilastras de orden jónico. Para otorgar movimiento al conjunto algunas partes de este segundo piso aparecen retranqueadas creando un juego de luces y sombras. El último piso aparece profusamente decorado con esculturas.

La tercera y última etapa de esta construcción se llevó a cabo entre 1678 y 1692, en ella Mansart edificó una fastuosa capilla real que posteriormente influirá en la Capilla Real de Madrid.

Los palacios del Louvre o las Tullerías influyeron en la configuración de esta fachada de estilo clasicista, sin embargo la idea de un palacio grandilocuente sería más propia de la construcción escurialense donde la construcción es reflejo de la grandeza del monarca. Las construcciones de recreo italianas con amplios espacios naturales a su alrededor habrían influido en los amplios jardines donde el agua ejerce un importante papel a través de las fuentes.

Le Brun fue el encargado de llevar a cabo la decoración del interior del palacio siguiendo un gusto preciosista y muy lujoso con materiales nobles, este estilo ya de por sí recargado lo fue aún más con las posteriores intervenciones de gusto rococó realizadas en el siglo XVIII. De entre todas las estancias interiores destaca sobremanera el famoso Salón de los Espejos realizado por Mansart: una galería de unos 75 metros de largo que a través de amplios ventanales recibe la magnífica decoración del jardín reflejándose en los fastuosos espejos y dando sensación de una gran amplitud.