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Iglesia de san José de Milán

Publicado por A. Cerra
Iglesia san José de Milán

Iglesia san José de Milán

Este templo milanés lo construyó el arquitecto Francesco Maria Riccino (1584 – 1658) entre los años 1607 y 1630.

Pese a ser una obra barroca, el proyecto de su planta se deriva de las características renacentistas locales, que tendrían sus precedentes en Santa María de Capanova (1492) en la ciudad cercana de Pavia, una obra que se relaciona con el arquitecto Bramante, o la iglesia de Sant Alessandro (1601) obra de Lorenzo Binago, a la sazón maestro de Riccino. Estas dos obras precedentes tienen como la iglesia de san José, una planta central a la que se suma un espacio en eje.

Además todas ellas tienen dos plantas centrales unidas formando un eje longitudinal. Una primera planta es de cruz griega de brazos muy cortos y achaflanados, un espacio que se convierte en el lugar para la congregación. Mientras que otro espacio, también en planta de cruz griega aloja las capillas, y se convierte en el espacio del presbiterio.

Las dos zonas se fusionan por la presencia de un brazo, además de que visualmente todo queda unido por el empleo del mismo orden compuesto y la abundante riqueza plástica del interior.

En altura es interesante comprobar cómo hay una proyección decreciente hacia el altar, por medio de dos cúpulas. Algo característico de la arquitectura del norte de Italia. Estas cúpulas al exterior quedan totalmente envueltas por sendos tambores.

La fachada fue lo último que se acabó entre 1529 y 1630, sin embargo su diseño era más temprano. Se trata de una fachada jesuítica, con un cuerpo inferior más ancho y bajo, un cuerpo superior más estrecho y alto, un ático, un frontón y sus alerones. Nada de esta fachada se corresponde con el interior, pero el arquitecto lo intentó unificar, intentándolo relacionar mediante el juego de medidas y de alturas, así como con la misma continuidad plástica que los fieles se encuentra dentro del templo.

La iglesia de san José de Milán es un buen ejemplo de cómo los principios de la arquitectura barroca emprendida por Maderno en Roma, poco a poco van llegando a otros lugares de Italia. Así pues, aquí se pueden ver algunas de estas ideas de Carlo Maderno, como es el empuje vertical de la obra, la plasticidad tremendamente sólida que plantea el uso de pilastras y columnas junto a hornacinas y nichos, y también se aprecia el movimiento que la arquitectura parece tener hacia delante, aunque en este caso no hay un avance real y sólo se simula por la concentración de motivos ediculares en el centro.