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Templo de Vesta en Roma

Publicado por Laura Prieto Fernández

De la antigua Roma nos han llegado numerosas construcciones de carácter utilitario para la mayor funcionalidad de la ciudad o para el recreo de los ciudadanos romanos, así por ejemplo son comunes los acueductos o los baños públicos, conocidos como termas, donde los romanos acudían a relajarse. Sin embargo, la sociedad romana también levantó edificios religiosos destinados a honrar a sus dioses, uno de los edificios más destacados fue el famoso templo de Vesta, en el Foro Romano.

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Para los romanos, el culto a la diosa Vesta era fundamental; conocida como la diosa del Hogar y hermana de Júpiter el pueblo romano mantenía una llama perpetua en honor a la diosa. La llama era símbolo de abundancia y buena fortuna y si por algún motivo se llegaba a apagar, los romanos pensaban que su ciudad caería en la desgracia. La idea del fuego de Vesta llegó a ser tan destacada que pronto surgió la necesidad de levantar un templo en honor a la diosa. La llama eterna ardía en el interior del templo y era protegido por una serie de jóvenes que se reclutaban con tan solo diez años de edad y que consagraban su vida a la diosa, las vestales.

Parece ser que el templo destinado a honrar a la diosa se encontraba en el Foro romano, al sur de la Vía Sacra, cerca del Colegio de los Pontífices. En realidad, son escasos los datos que se conocen acerca de su construcción; el autor sigue siendo un misterio y sobre su datación se barajan diferentes hipótesis aunque los expertos parecen estar de acuerdo en que debió ser antes de la llegada de la República, durante la monarquía.

Se trataba de un templo construido en mármol de aspecto circular cuyo origen debemos buscarlo más en las construcciones megalíticas de la Edad de Hierro que en los templos redondos del mundo griego conocidos como tholos. La obra se levanta sobre un gran podio que cuenta con más quince metros de diámetro con entrantes y salientes que se hacen coincidir con cada una de las veinte columnas de orden corintio que rodean el templo.

En el interior el templo contaba con una sola cella o nave en la que, a diferencia de otros templos en los que se guardaba la imagen del dios, tan sólo se encontraba el fuego sagrado. Como en todos los templos de origen griego y romano, las celebraciones se llevaban a cabo en el exterior del templo, el interior tan sólo estaba destinado a los sacerdotes o sacerdotisas por lo que este espacio no era ni demasiado grande, ni demasiado llamativo. En el templo de Vesta en Roma se encontraba además una pequeña sala a modo de opistodomos en la que se guardaban objetos que Eneas trajo consigo de Troya. El templo se cubría con una especie de tejado cónico que contaba con una abertura circular con el fin de permitir que saliese el humo del fuego sagrado que allí ardía.

Lamentablemente en la actualidad, apenas se conservan unos pocos restos del famoso templo y solo quedan en pie tres columnas que apenas nos permiten conocer la importancia que hubo de tener.