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Virgen de la escalera, Miguel Ángel

Publicado por Laura Prieto Fernández

Cuando estudiamos la historia del arte en sus distintas etapas y estilos prestamos gran atención a las obras y sus creadores, como no protagonistas indiscutibles del arte, sin embargo a menudo se nos pasa por alto una figura que desde siempre –pero muy especialmente desde la época renacentista- ha contado con gran una relevancia especial, la figura del comitente. En este sentido y trasladándonos a la Italia renacentista hubo una familia por todos conocida, que ejecutó su labor de mecenas de artistas mejor que ninguna otra, los Médicis. Bajo la protección de tan poderosa familia pintores, escultores y literatos realizaron sus creaciones y lograron una fama mundial; en este contexto, la obra que hoy analizamos aquí nació bajo el amparo de los Médicis, fruto de las manos de un joven escultor que tan solo contaba con dieciséis años de edad, pero que en su estilo y habilidad técnica ya se podía intuir que revolucionaría la tradicional concepción escultórica y pictórica, La Virgen de la Escalera realizada por Miguel Ángel Buonarroti.

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Nos encontramos ante un pequeño relieve que tan solo cuenta con cincuenta y cinco centímetros de altura y poco más de cuarenta centímetros de ancho, fue realizado en mármol y data de finales del siglo XV, concretamente del año 1491, cuando el humanista contaba con tan solo dieciséis años, por lo que se trataría de una de sus primeras obras escultóricas (el año anterior ya había realizado el Combate de los Lapitas, la que se considera su primera escultura).

Según las fuentes documentales halladas al respecto Miguel Ángel se encontraba bajo el amparo de los Médicis por entonces acudiendo al Jardín de San Marcos que ellos habían creado y donde los jóvenes artistas podían estudiar obras de maestros ya consagrados. El joven escultor debió de crear esta pieza como muestra de gratitud para Cosimo I de Médicis quien posteriormente lo devolverá a la familia del autor y donde se exhibe en la actualidad en la Casa Buonarroti de Florencia.

La pieza se trata de un bajorrelieve en el que se aprecia la influencia de Donatello siguiendo la técnica del stiacciato, un bajorrelieve muy poco perfilado que sirve para dibujar el fondo y dotar a la composición de mayor detalle. La Virgen aparece de perfil, sentada en una especie de cubo o escalera mientras amamanta al Niño del que tan solo vemos la espalda pero que nos hace ver que se trata de un Niño fornido y musculado, muy propio del estilo miguelangelesco.

Parece ser que la obra del artista podría hacer referencia a la metáfora de San Agustín que identifica a la Virgen María como una escalera que Jesús utiliza para conectar el cielo y la tierra, la intercesora entre Dios y los hombres.