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Las piedras rúnicas vikingas

Publicado por A. Cerra
Piedra rúnica

Piedra rúnica

Las miles de estelas rúnicas labradas en piedra y con inscripciones son uno de los mayores legados artísticos que disponemos de la civilización vikinga. Pero no solo es una expresión de su arte, sino que también son unos monumentales documentos que sirven para conocer mucho mejor la historia, la costumbres y el día a día de aquellas gentes de Escandinavia.

En total se conservan unos seis millares de piedras rúnicas, datadas sobre todo durante la época vikinga hasta el siglo XII, si bien también las hay anteriores, de incluso el siglo IV. Y se encuentran repartidas por diferentes países del norte de Europa, si bien donde más abundan es en Dinamarca y sobre todo en Suecia.

Y, ¿qué significan estas piedras monumentales? Básicamente son monumentos funerarios, en cuyas inscripciones se da a conocer la vida que llevó el muerto, así como otros datos. Y todo se realiza mediante peculiares dibujos, signos y símbolos que conforman el vocabulario rúnico. Y aunque se ha perdido, estas piedras también estaban decoradas con unos colores muy llamativos. Si bien, también es verdad que a las formas vikingas, hay que sumarle la presencia de cruces propias del Cristianismo, que abundan más conforme avanzan los siglos.

Piedra rúnica en Uppland

Piedra rúnica en Uppland

Como en otros objetos y manifestaciones del arte vikingo, también en lo referente a las piedras rúnicas se pueden distinguir varios estilos: Oseberg, Berdal, Borre, Jelling, Mamme, Ringerike o Urnes.

Pero sean del estilo que sea, lo que buscaban estas piedras eran glorificar al personaje al que se evocaba. Y no tenía porque ser un gran héroe, sino un vikingo que había participado en los acontecimientos de su sociedad. Pero también es cierto que estas piedras igualmente podían servir para delimitar las posesiones del finado o explicar su herencia, e incluso en el caso de los más grandes, tenían algo de apariencia y de exhibición del rango económico y social del clan al que pertenecía esa persona.

En realidad, es como un impresionante documento. Se cuenta la vida de un personaje, sus logros, sus viajes, sus posesiones. Se habla de su familia y a quién deja lo suyo. También las inscripciones cuentan quién encargó la piedra y quién la talló.

Respecto a estos últimos, el grabador de piedras rúnicas era un verdadero especialista en su trabajo. No lo hacía cualquiera, de hecho era tal el prestigio que tenían derecho a firmar sus obras, algo que no ocurría por ejemplo con otros trabajos de escultura sobre madera o hueso. En definitva, solo en Suecia durante el siglo XI se tiene constancia de más de 100 maestros canteros que firmaron numerosas piedras.

Evidentemente, también algunas piden una plegaria en recuerdo del difunto. Y como curiosidad en un porcentaje de estas piedras también se pueden leer maldiciones contra todo aquel que pensara en dañar el monumento o deshonrar al personaje homenajeado. Y es que este tipo de obras eran muy importantes y no tenían problema en ubicarlas en los lugares más transitados como los cruces de caminos.