Arte
Inicio Escultura, Renacimiento Madonna y Ángeles de Luca della Robbia

Madonna y Ángeles de Luca della Robbia

Publicado por A. Cerra
Madonna y Ángeles de Luca della Robbia

Madonna y Ángeles de Luca della Robbia

El artista toscano Luca della Robbia destacó como escultor durante los años más esplendorosos del Quattrocento, pero no solo trabajando materiales nobles como el mármol, con obras como la Cantoria del Duomo de Florencia, si no que sobre todo alcanzó una enorme fama creando obras en terracota vidriada.

Hay múltiples ejemplos de este tipo de trabajos, que en muchas ocasiones hizo en forma de medallones para decorar obras arquitectónicas. Muchos de esos medallones son sencillos bustos, pero también elaboró este tipo de creaciones cerámicas con formas y escenas más complejas, como esta especie de tímpano de 1475 en el que vemos a la Virgen rodeada por ángeles y que en la actualidad forma parte de la magnífica colección de escultura renacentista que se conserva en el Museo Nacional de Escultura del Barghello, situado en el centro de la ciudad de Florencia.

De alguna forma, Luca della Robbia fue el iniciador de esta disciplina artística con la que alcanzó una enorme maestría y prestigio. Tanto que hizo que toda su descendencia se formara en su taller para crear así una dinastía de artistas que trabajó abundantemente durante el siglo XV y el XVI no solo en Florencia, sino en toda Italia y en diversos lugares del continente europeo. Primero fue su sobrino Andrea della Robbia quien prosiguió con su trabajo, y posteriormente el hijo de este, Giovanni, mejoró aún más los valores cromáticos de estas obras, que cada vez se fueron volviendo más complejas. La razón para que heredara su oficio un sobrino, es que Luca della Robbia tenía su casa, con el horno incluido para cocer el barro, a medias con su hermano Marco, pero este murió prematuramente, y fue Luca el verdadero padre de sus sobrinos.

A Luca se le deben las obras más perfectas en este material. Fue él quien perfeccionó las técnicas para el modelado de la terracota vitrificada, y también fue él quien ligó esta disciplina a la escultura más tradicional.

Sus primeros pasos como artista los dio formándose como orfebre para trabajar incluso en el taller de Lorenzo Ghiberti, autor de las magníficas Puertas del Paraíso del Baptisterio florentino. Con esa formación llegó a dominar el arte de la escultura, pero lo cierto es que no tenía el grado de innovación que pudo tener el citado Ghiberti o Donatello. En cambio tuvo enormes cualidades para el modelado en barro que se hacía previo a las obras definitivas.

Por otra parte este trabajo en barro era mucho menos fatigoso físicamente y menos costoso económicamente que labrar la piedra o fundir el bronce. El gran problema era lograr que esas obras en barro pudieran durar tiempo y sobre todo se pudieran exponer a las inclemencias meteorológicas. Así que hizo multitud de experimentos para conseguir esas garantías de conservación, hasta que por fin dio con la fórmula más apropiada. Descubrió que recubriendo las piezas cerámicas con una mezcla de estaño, antimonio y otros minerales antes de ser cocidas en un horno especial, conseguía un vidriado que además de belleza, le proporcionaba a las piezas una enorme resistencia. Y esa fórmula la repitió a partir de ese momento de forma muy exitosa.