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Mierda de artista, Piero Manzoni

Publicado por Laura Prieto Fernández

Mierda de artista es quizás la obra más provocadora que cualquier artista ha presentado al mercado hasta nuestros días. El autor de tan osada pieza Piero Manzoni (1933 – 1963) se convirtió en el mayor exponente de la estética conceptual. Mazoni se formó como minimalista y a lo largo de su carrera experimentó con técnicas y materiales artísticos; se mostró radicalista en la concepción del arte y su obra cargada de ironía, revolucionó el mundo y el mercado del arte.

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En 1961 el artista conceptual presentó un total de noventa latas firmadas por él mismo y cuidadosamente numeradas. Eran envases de pequeño tamaño – 5 cm de altura y 6,5 de diámetro- en los que podía leerse en varios idiomas: <> Manzoni expuso su obra en la galería Pescetto de su Italia natal teniendo una gran acogida. El propio artista dispuso que cada una de las latas en las que afirmaba que había treinta gramos de excremento producidos por él mismo, debía venderse por el mismo precio que en ese momento se cotizara treinta gramos de oro puro.

Muchos fueron los compradores interesando en esta obra; de hecho, hoy una de las latas de Manzoni se encuentra en el MOMA de Nueva York. Y es que pese a su irreverencia, la obra del artista italiano presenta un gran simbolismo.

En un momento histórico donde la fotografía y el cine habían pasado a ocupar el privilegiado puesto que hasta entonces sustentaba la pintura y donde las vanguardias artísticas parecían haberse explotado al máximo, la obra de Manzoni comienza a plantear ciertos límites a los que hoy aún no se han encontrado respuesta: ¿Qué es el arte? ¿Quién define lo que es arte? ¿Todo vale en el campo artístico? Su irreverencia y desdén hacia la evolución del arte hizo que su obra se erigiera como símbolo de ironía hacia los nuevos parámetros artísticos.

Manzoni comprendió que si toda obra producida por un artista llega a ser arte sin tener en cuenta su mayor o menor calidad artística, entonces cualquier cosa que saliera del cuerpo de un artista también lo sería. Comenzó así a fotocopiar sus huellas dactilares y venderlas como si de cuadros se trataran, autografió a varias personas considerándolas desde entonces obras de arte vivas –con certificado de autenticidad incluido- impuso sus huellas dactilares en huevos… La idea del artista quedaba clara: cualquier cosa que él tocara o produjera llegaría a ser arte, ya fuera su huella dactilar, una simple línea, un hermoso cuadro o sus propios excrementos.

Manzoni, quien murió con tan sólo treinta años por un infarto de miocardio, levantó ampollas en el mundo del arte. Los entendidos se apresuraron a adquirir sus pequeñas latas mientras que el gran público quedó estupefacto ante la osadía de uno y la respuesta de otros; la brecha entre arte y “pueblo” se hizo aún más evidente y la obra de Manzoni se convirtió en una de las más conocidas. Sobre lo que alberga o no el interior de las latas mucho se ha debatido y, aunque algunos amigos del artista como Agostino Bonalumi explicaron que tan sólo contienen yeso, lo cierto es que a día de hoy parece que ninguna de las latas se ha abierto y no se conoce a ciencia cierta su interior.