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Monolitos de Tihuanaco

Publicado por A. Cerra
Monolito de Tihuanaco

Monolito de Tihuanaco

Una de las grandes sorpresas monumentales que ofrece el yacimiento arqueológico de Tihuanaco, situado en el altiplano de Bolivia, es la presencia de estos grandes monolitos. Unas obras que reproducen figuras humanas con un canon colosal. Todo ellos tallados en grandes bloques de pétreos que se trabajaron como si fueran relieves, para lo que les fue necesario emplear herramientas metálicas sumamente resistentes.

Porque estos monolitos están hechos sobre piedras extremadamente duras, como son la lava andesítica o la traquita, aunque también los hay sobre materiales más dúctiles, aunque no en exceso, como la arenisca compacta de color rojizo.

Además de su impresionante tamaño y la dureza de los materiales, los monolitos de Tihuanaco destacan por la riqueza de su iconografía. Las figuras talladas en la piedra representan tanto a seres humanos como a animales, y a menudo están adornadas con complejos patrones geométricos. Algunos de los monolitos más famosos son el Monolito Ponce y el Monolito Fraile, que representan a personajes de la élite de la sociedad de Tihuanaco, posiblemente sacerdotes o gobernantes.

Hay que lamentar que en época moderna muchos de estos monolitos fueron destruidos o dañados debido al furor iconoclasta que llevaron hasta esa zona las misiones religiosas europeas, que veían en ellos un peligro para la fe al ser vestigios de la idolatría hacia dioses paganos antiguos, muy afianzados en las creencias populares de la población local.

Desde un punto de vista artístico, hay que decir que estas figuras se adaptan a la frontalidad y a la presencia de claros ejes de simetría, lo cual hace que sean representaciones que transmiten al espectador, y en su momento a sus fieles, una apaciguadora armonía, reposo y sobre todo monumentalidad. Y todos ellos también transmiten un sentido arquitectónico, con figuras que se adaptan plenamente a las líneas cúbicas como unidad volumétrica.

Parecen ser una especie de estatuas columnas, y aunque están trabajadas como relieves en cada una de las caras del monolito, se trata de esculturas de bulto redondo con superficies en bajorrelieve para ser vistas por todos sus lados.

Generalmente son rostros enigmáticos, con ojos abultados, llamados de tipo insecto, con los labios muy gruesos y achafalanados. Los brazos siempre están pegados al pecho y simétricos. Y en las manos suelen llevar cetros, símbolos de su poder.

Todos en la cintura llevan amplias fajas, una especie de cinturón resaltado, y en los pies portan tobilleras.

Curiosamente se trata de figuras que se asemejan en cierto modo a los geoglifos nazcas, por ello hay investigadores del arte precolombino que creen que su origen habría que situarlo en los valles centrales y del sur de Perú.

Mientras que otros estudiosos de la ciudad de Tihuanaco han querido ver en estas figuras y en sus bajorrelieves la representación de un sistema ideográfico de escritura, aunque lo cierto es que esta teoría adolece de fundamentos científicos. Y otros historiadores han querido vincularlos con los famosos y espectaculares moaís de la Isla de Pascua, en territorio ultramar chileno, aunque tampoco esta teoría especulativa está sumamente acreditada científicamente.

Además de la ciudad de Tihuanaco, existen otros yacimientos arqueológicos en la región que también cuentan con monolitos, como el sitio de Puma Punku. Aunque estos monolitos son menos conocidos que los de Tihuanaco, son igualmente impresionantes y ofrecen una valiosa información sobre la cultura precolombina de la región. A pesar de las muchas teorías que existen, el verdadero significado y propósito de estos monolitos sigue siendo un misterio, lo que añade un aura de misterio y fascinación a estos impresionantes monumentos de la antigüedad.