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Rahotep y Nofret

Publicado por A. Cerra
Rahotep y Nofret

Rahotep y Nofret

Esta obra emblemática de la estatuaria del Antiguo Egipto en la actualidad se expone en el Museo Arqueológico Nacional de El Cairo.

Se trata de una obra realizada en calcita, que como era habitual en la Antigüedad posteriormente se pintaba. Sus dimensiones son más o menos naturales, ya que representa a dos figuras sentadas, hombre y mujer, y alcanza una altura de unos 120 centímetros.

La obra se realizó durante la IV Dinastía, y se estima que se ejecutó aproximadamente hacia el año 2.360 antes de Cristo. Es decir, es contemporánea de las grandes obras del Imperio Antiguo como son las Pirámides de Giza o las esculturas de Kefrén o la Triada Mikerinos, las cuales por cierto también se exponen el museo cairota.

Y volviendo a este doble retrato de Rahotep y Nofret hay que decir que se encontró en la ciudad de Medium, si bien es más que posible que la obra saliera de los talleres reales, dada la gran calidad de la obra.

Las dos figuras sedentes se erigen sobre una base cúbica que hace de asiento y que se prolonga con un paralepípedo que forma el respaldo de ese asiento. En ese respaldo como es habitual aparecen dibujados y pintados diversos jeroglíficos. De hecho, este es uno más de los convencionalismos que aparecen en esta escultura y que hacen de ella un excepcional ejemplo de cómo era la estatuaria de aquellos momentos. Unas obras en las que prima la frontalidad y donde es muy importante la pintura, aplicada siempre en colores puros, con los que no se duda en colorear grandes superficies de colores muy potentes. Como aquí, donde todo el cuerpo de él es marrón y mientras que la piel femenina la pintan amarilla.

La posición de ambos cuerpos es la establecida y muy rígida. Es curioso ver las ropas. Sobre todo las del hombre que lleva solo un pequeño faldellín blanco, lo que le da cierto aire de campesino.

Y respecto a los rostros tienen un gesto bastante inexpresivo y sin embargo tienen algo de vida gracias a que los ojos se realizaban con colorida pasta vítrea, y además de eso se delineaban, perfilaban los ojos con un estilo que casi ha llegado hasta nuestros días.

En el caso de la mujer, toda su cara queda como enmarcada por la típica peluca egipcia. Y sobre esa peluca porta una diadema también repleta de colores, al igual que el collar. En ambos casos, diadema y collar lo cierto es que le aportan más pesadez a la figura.