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EL Japonismo

Publicado por Chus

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Se conoce por japonismo una tendencia de coleccionismo y de interés por el arte japonés surgida en los últimos años del s. XIX, que tuvo una gran importancia en los movimientos artísticos de la época.

Tras la apertura de Japón a las influencias europeas en la época Meiji, el conocimiento de las estampas coloreadas japonesas supuso un gran descubrimiento y revelación. Escritores aficionados al arte como Baudelaire o los Goncourt, contribuyeron a difundirlas y admirarlas. Artistas como Harunobu, Utamaro, Hokusai o Hiroshige revelaron un mundo de imágenes insólitas que impactó a una serie de artistas europeos que buscaban nuevos medios expresivos. El fervor por la naturaleza, una montaña o una brizna de hierba, sutilmente ordenadas, pero nunca deformadas, los colores planos, las líneas descriptivas y decorativas, las composiciones asimétricas, todo era atractivo. No sólo las estampas, también las cerámicas japonesas se convirtieron en objetos buscados e imitados. Aunque no podían compararse con la cerámica china, eran de una calidad muy superior a otras cerámicas europeas, pero lo que realmente contribuyó a su éxito fue que coincidieron en un momento en que los artistas buscaban nuevos lenguajes y estéticas, por lo que los recibieron como muestrarios de formas y decoraciones.

La sección japonesa de la Exposición Universal de 1867 fue una especie de revelación para Morris y su discípulo Arthur Lasenby Liberty. Esta último fundó una tienda de decoración basada en objetos de Extremo Oriente y sus “reinterpretaciones”. En 1883 la Unión Central de las Artes Decrativas organizó el primer salón japonés. En 1889 los artistas del Salón de los XX de Bruselas crean una sección de arte japonés. En 1890 una exposición de Hokusai en Londres tuvo un éxito enorme. Reproducciones y recopilaciones que difunden el arte japonés se extienden por toda Europa.

Los Estados Unidos se encontraron a la cabeza del movimiento gracias a Louis Comfort Tiffany que coleccionaba obras de arte japonesas y se había inspirado en ellas para crear sus cerámicas y vidrieras.

Muchos de los grandes pintores recibieron también su influencia. Emile Bernard decía que había descubierto la compartimentación (cloisonnisme) en los crespones japoneses. El pintor Sérusier (de los nabis) reproduce los trazos profundos en las líneas de los paisajes. Manet representa a Zola en su despacho cerca de una estampa japonesa. Monet se maravilla también del tratamiento de la naturaleza de las estampas. No olvidemos que Hokusai o Hiroshige realizan vistas de paisajes a diferntes horas del día y en diversas estaciones del año, lo mismo que hará el en sus series, como la de la catedral de Rouen. El retrato del Padre Tanguy de Van Gogh destaca sobre un decorado de estampas japonesas y en muchos de sus paisajes, pese a su escritura agitada, parecen inspirados por algunas estampas. Llega a copiar alguna de Hiroshige, ya que poseía varias estampas suyas, como por ejemplo la que representa frutales en flor o paisajes con puentes. Se cuenta que cuando llegó a Arles escribió a Emile Bernard su alegría al encontrar un lugar “tan bello como Japón”, que el nunca había visto.

Lo que realmente llamaba la atención de los artistas occidentales no eran los programas narrativos o iconográficos, sino su grafismo constructivo y su extrema sensibilidad hacia la naturaleza, también la forma de tratar las sombras o la asimetría de sus encuadres. Ávidos de encontrar procedimientos originales y a la búsqueda de nuevas sensaciones, el exotismo les ayudó en su tarea de romper con el pasado.