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Cien famosas vistas del Edo

Publicado por Laura Prieto Fernández

Las cien famosas vistas de Edo, es el nombre que recibe una de las obras más conocidas del pintor japonés Utagawa Hiroshige entre 1856 y 1858, en realidad no es solo una obra sino y a pesar de su nombre, más de cien obras, ciento diecinueve en concreto, que representan múltiples paisajes japoneses. Los grabados han sido realizados con la técnica de la xilografía –reproducción de estampas a partir de una plancha de madera- y en ellos el artista no sólo representa paisajes sino también rituales y costumbres de la ciudad de Edo, el nombre con el que se conocía a la actual ciudad de Tokio desde que se trasladó allí la capital.

Utagawa Hiroshige (1797-1858) es uno de los artistas más destacados de la conocida corriente de Ukiyo –e. Discípulo del maestro Utagawa Toyohiro sus primeros pasos en el arte estaban influenciados por las corrientes yakusha –e y bijib –ga, sin embargo el artista decidirá especializarse en el grabado paisajístico representando en sus obras no sólo la reproducción exacta de un paisaje sino, el ambiente que se vive en el mismo y el estado de ánimo de sus ciudadanos. En su obra los pinceles se asemejan a los versos de un poema, de hecho el propio Hiroshige acostumbraba a combinar los grabados con poemas; son obras basadas en la belleza de la simplicidad. Su producción no sólo fue afamada dentro del país nipón sino que en Europa la estampa japonesa gozará de numerosos adeptos entre los que sin duda debemos destacar a artistas de la talla de Manet, Monet o Van Gogh.

A mediados del siglo XIX comenzaban a surgir numerosos cambios en la ciudad de Edo, algunos de estos cambios estuvieron motivados por la apertura del país japonés hacia Occidente y otros por el terrible terremoto acaecido en 1855 que dejó gran parte de la ciudad sumida en la miseria; desde entonces, la ciudad sufrió un gran cambio que el artista Hiroshige trató de plasmar en sus grabados. Las piezas –que cosecharon un gran éxito en su época- plasmaban no sólo los cambios en la ciudad sino también en la propia sociedad, sociedad que cambiaba a un ritmo vertiginoso dejando atrás la cultura tradicional.

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Los grabados de Edo son el punto culminante de la carrera de Hiroshige, agrupados según las estaciones que en ellos se representan encontramos veinte grabados de invierno, veintiséis del otoño, cuarenta y dos sobre la primavera y unos treinta sobre el verano; en todos ellos el artista plasmó un arte refinado y colorista que se caracterizaba por la belleza a la vez que respetaba las estrictas normas de la política nipona. En ellos el artista desarrolla múltiples técnicas que ha aprendido con los años, pero quizás una de las más novedosas sea el grabado sin tinta que utiliza para dar perspectiva a las láminas y posteriormente otorgarles la imprimación.

Hiroshige falleció en 1858 cuando la serie aún no había sido terminada, y en algunos de estos trabajos inconclusos se puede apreciar la mano de su discípulo Utagawa Hiroshige II.