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Arquitectura museística (III): primera mitad del s.XX.

Publicado por Virginia

Pabellón alemán, Exposición de Barcelona 1929Con la aparición de la arquitectura de vanguardia se va a producir una ruptura con todo lo visto en los siglos anteriores, recreándose proyectos teóricos cuyas premisas arquitectónicas persistirán hasta los años 70 del s.XX.

Durante la primera mitad de siglo, hasta los años 30, el protagonismo va a recaer en dos arquitectos fundamentales, los cuales trabajarán sobre los dos tipos principales de espacios destinados a exposición (la galería y la tribuna): Le Corbusier y Mies van der Rohe.

Le Corbusier trabajará sobre las bases del funcionalismo, ideando proyectos caracterizados por una gran fluidez espacial, sin compartimentaciones, con fachadas funcionales y materiales industriales.

Le Corbusier pensaba que los edificios debían ser como «máquinas», que debían cumplir con su «función». Creará espacios lineales, que no tienen porqué limitarse a una sola planta y que podrán ser helicoidales. Otro requisito para que estos espacios puedan cumplir con aquello para lo que han sido pensados es la flexibilidad en la compartimentación del espacio interior. Además, la imbricación del museo con la naturaleza será un factor importante.

Durante el primer tercio del s.XX se limitará a hacer propuestas de tipo teórico (el Museo Mundial de Ginebra o el Museo de Crecimiento ilimitado), hasta la realización en 1957 del Museo de Bellas Artes occidentales de Tokio.

La misma corriente del funcionalismo será la que inspire a su coetáneo Mies van der Rohe, aunque en este caso sus proyectos son más abiertos. Derivará hacia la asepsia en el edificio; museos con plantas lisas, sin apenas dividir, que permitan una parcelación del espacio en función de las necesidades que en cada momento se impongan. De igual modo, unirá la naturaleza con el interior, por medio del empleo de materiales nuevos principalmente (como el cristal).

En relación a la arquitectura museística van der Rohe se mostrará especialmente preocupado por el desarrollo de la tribuna, ya que consideraba que los artistas posteriores a Schinkel la habían despojado de su función integradora y de su capacidad como espacio expositivo.

Proyecto sumamente conocido e importante de este arquitecto es el Pabellón alemán realizado para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, donde recoge sus teorías en lo relativo a flexibilidad, diafanidad, integración y pureza. Es una de las mejores construcciones de vanguardia que se han realizado en el ámbito de la arquitectura museística.