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Funciones de los museos: la educación

Publicado por Virginia

Visitantes haciendo cola para ver una exposición temporal ©Fotoblog Mauro A. Fuentes La educación, desde mediados del s.XX, es una de las funciones de los museos, habiéndose convertido en la actualidad en obligada. Si bien a lo largo de todo el siglo la difusión estará presente en los museos, será tras la II Guerra Mundial cuando se contemple la comunicación como una de las actividades inherentes a dicha institución.

Fue Estados Unidos el primero de los países en incorporar, ya en los años 20 y 30, proyectos educativos en los museos, algo propiciado por el carácter privado de la mayoría de ellos (los programas pedagógicos atraían a mayor y más variado público).

En España, habrá que esperar un poco más, datando de la década de los 80 los primeros museos con un departamento de educación: el Museo Arqueológico de Álava, los museos municipales de Barcelona, el Museo de Zaragoza, el de Tarragona o el Museo Arqueológico Nacional serán los pioneros.

En 1974 el ICOM pensó que la educación y la comunicación debían incorporarse a los museos y recomendó la creación de departamentos de educación y acción cultural (DEAC). La idea que los fundamenta es que diferentes tipos de público se puedan ir educando a partir de las propuestas que emitan. Y las actividades fundamentales para conseguir una mayor educación dentro del museo serán diversas: exposiciones temporales, conferencias/simposios/ciclos, talleres creativos, publicaciones, visitas escolares y visitas guiadas.

Se puede decir que el puntal de este conjunto son las exposiciones temporales, no sólo porque renuevan la propuesta del museo sino, principalmente, porque también contribuyen a la renovación de su imagen y además atraen a una gran cantidad de visitantes (se han convertido en un fenómeno social).

Este tipo de eventos en muchas ocasiones deparan verdaderas sorpresas, como sucedió en la exposición que en 1990 El Prado organizó sobre Velázquez con la mitad de las obras provenientes del propio museo. A pesar de esta circunstancia, el museo recaudó tal cantidad de dinero que se pudo adquirir una obra de Sánchez Cotán, lo cual implica que la mayoría de los visitantes era la primera vez que acudía al centro. A este éxito le han seguido otros, como la retrospectiva sobre Manet, que reafirman la enorme potencialidad que las exposiciones temporales poseen.

Pero estas actuaciones no suelen darse de forma aislada, compartiendo muchas veces su tiempo de duración con actividades que las complementan: conferencias, talleres, etc.

Actividades que por lo demás se han convertido en habituales a lo largo del año en los museos y que cuentan con unas líneas de actuación propias; así, las visitas escolares, por ejemplo, esenciales a la hora de crear un vínculo afectivo con el público del mañana, se basan en una relación entre los profesores y los pedagogos del museo y la presentación de los contenidos en base a la edad. Los cursos y conferencias se suelen destinar a un público adulto y generalista, al igual que los talleres creativos, los simposios a uno especializado, los talleres didácticos por el contrario buscan la participación de escolares y un cierto número de actividades, muy escaso, se elaboran pensando en colectivos con necesidades especiales, como los invidentes, por ejemplo.