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Venus y Marte, Jaques Louis David

Publicado por Laura Prieto Fernández

Si tuviésemos que nombrar a un artista afanado en recuperar la tradición clásica del Renacimiento años después de que su época de gloria hubiese acabado este sería sin lugar a dudas, el artista del neoclasicismo Jaques Louis David. En sus lienzos se puede rastrear fácilmente la inspiración de los modelos griegos y romanos que se recuperaron en la época renacentista desde sus obras iniciales hasta sus últimos lienzos; de hecho, la obra que aquí analizamos es la última de las grandes composiciones que el artista realizó en Bruselas durante la época de su destierro.

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Jaques Louis David (1748 – 1825) se quedó muy pronto huérfano de padre por lo que pasó al cuidado de sus tíos quien le proporcionaron una esmerada educación. Entró a formar parte del taller de Boucher quien a s vez lo derivó a otro taller, esta vez al del maestro Joseph Marie Vien y posteriormente ingresó en la Academia de Bellas Artes de París. El artista optó durante varios años por la ansiada beca para estudiar en Roma pero no fue hasta el quinto intento cuando realmente consiguió viajar a Italia, un hecho que le influiría notablemente a lo largo de su carrera.

David fue un pintor muy vinculado a la situación política de su tiempo, primero con la República de Robespierre y posteriormente con el imperio napoleónico para quien realizó numerosas obras. Fue precisamente su amistad con Napoleón lo que le obligó a exiliarse a Bruselas cuando la monarquía borbónica fue restaurada en Francia y fue precisamente allí donde ejecutó la obra que aquí comentamos, Marte y Venus también conocida con el nombre de Marte desarmado por Venus y las Tres Gracias.

Se trata de un óleo de formato vertical y grandes dimensiones que mide unos trescientos diez centímetros de altura y algo más de doscientos sesenta y cinco centímetros de anchura y que en la actualidad se exhibe en Los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica. La obra data de 1822 y tardó casi tres años en completarla. En ella observamos a dos de los amantes más conocidos de la mitología clásica, Marte y Venus, que ya habían sido representados en numerosas ocasiones por artistas de todas las épocas como por ejemplo Boticelli con su famosa tabla de Venus y Marte.

La escena aparece ambientada en el Olimpo, la casa de los dioses, al fondo podemos apreciar una arquitectura de corte helénico; un templete tetrástilo con columnas de orden corintio, entablamento y cornisa. Delante de la construcción aparecen los personajes, Marte el dios de la guerra parece que acaba de llegar y se recuesta en el sofá mientras que su amada le despoja de sus armas ayudada por un cupido que en el suelo se afana en quitarle las sandalias al dios y las Tres Gracias: una de ellas le sirve la bebida mientras que otra sujeta su escudo y la última el casco del dios.

Especial atención meceré la postura de los protagonistas, con una marcada diagonal que domina todo el lienzo y se contrapone con la verticalidad de las Gracias y la horizontalidad que marca al fondo la construcción. En el tratamiento encarnado de la piel se puede apreciar la influencia del estilo pompier, una tendencia desarrollada por algunos de los discípulos de David como Gros.