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Alegoría sagrada, Bellini

Publicado por Laura Prieto Fernández

Sin lugar a dudas las técnicas en el estudio de las obras de arte han avanzado muchísimo con las nuevas tecnologías, a día de hoy los expertos son capaces de conocer la datación de una pieza e incluso descubrir los elementos que se esconde tras gruesas capas de pintura. Pero pese a los avances que se han llevado todavía hoy, hay algunas piezas que suponen un gran misterio para los historiadores del arte. Una prueba de todo ello, es la obra que aquí nos ocupa y que lleva por título Alegoría Sacra o Alegoría Sagrada realizada por el artista renacentista Giovanni Bellini (1433 – 1516)

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Bellini fue miembro, quizás el más destacados de todos ellos, de una larga saga de artistas, además es uno de los mejores representantes de la escuela veneciana, con un colorido brillante que obtiene gracias al uso del óleo. En realidad, no son muchos los datos que tenemos acerca de su vida, pero parece que su formación artística comenzó en el taller de su padre y en su producción se puede observar un ferviente sentir religioso que se hace más patente a medida que pasan los años hasta que ya, en su última etapa esa religiosidad deja paso a una creación artística más personal y sobre todo mucho más libre.

La obra que aquí analizamos es una de esas piezas pertenecientes a la última etapa de hecho, según las fuentes halladas al respecto y las investigaciones de los historiadores parece ser que la obra data de finales del silo XV, concretamente de entre los años 1487 y 1500.

En la actualidad, la pieza se encuentra en la Galería de los Uffizi en Florencia y se trata de un óleo sobre tabla que mide unos ciento diecinueve centímetros de ancho y unos setenta y tres centímetros de altura. Según los expertos podría tratarse de un encargo de Isabella d´Este, quizás una fantasía para su studiolo de Milán o una interpretación del Purgatorio a partir del poema Pèlegrinare de l´Ame escrito por Guillaume de Deguileville. Sea como fuere, lo cierto es que la escena principal se desarrolla en primer plano, es una terraza de suelo ajedrezado y en la que se reconocen algunas figuras como María, madre de Dios, a la izquierda de la composición sedente en un trono. También aparecen San Sebastián representado como un hombre joven atravesado por flechas y la figura de otro hombre más mayor, quizás representado a San Job o San Jerónimo. Fuera de la balaustra aparece San Pablo y en el centro de la composición una niños desnudos juegan ausentes a lo que pasa a su alrededor.