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Antropometría: la princesa Elena de Yves Klein

Publicado por A. Cerra

Antropometría, la princesa Elena, de Yves Klein

Tal vez por la fotografía no sea posible hacerse una idea, pero esta es una gran obra del pintor francés Yves Klein (1928 – 1962). Una gran obra literalmente, ya que se trata de un óleo pintado sobre papel y adherido a madera que mide 198 cm de alto por 128 de ancho. En definitiva, una obra que permanece expuesta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, o más conocido como MoMA.

En primer lugar hemos de hablar del título de la pintura. Antropometría, ¿qué es? La antropometría es la ciencia que se usa para medir el cuerpo humano. Y a ello dedicó una larga serie de cuadros que hizo Klein hacia mediados de siglo XX.

Pero el artista en ningún momento lo hizo con un afán científico, ni centrándose en los valores numéricos. En realidad lo que le interesaba era dejar una rotunda constancia del cuerpo humano. Y lo hizo con lo que se conocen como sus “pinceles vivos”, ya que usaba a las modelos para que hicieran impresiones directas sobre los soportes artísticos, generalmente grandes trozos de papel.

En este caso, la obra que vemos fue realizada en el año 1960, e incluso sabemos el nombre de la modelo que fue la artífice de esta impresión, la princesa Elena, cuyo nombre real era Elena Palumbo, la cual era una de las predilectas de este singular artista enmarcado dentro del movimiento neodadaísta.

Si la obra es realmente personal y singular, todavía lo es más es proceso para su realización. Hay que imaginarse a la tal Elena, completamente desnuda y bañada por pintura del color azul Klein que el pintor patentó.

El artista le ordenaría como ir dejando sus huellas del cuerpo o de partes del mismo sobre gigantescos papeles dispuestos en el suelo. Mientras que él no se mancha de pintura, e incluso llevaría unos guantes blancos para remarcar que no lo pensaba hacer. Porque la obra de arte no solo es el resultado que vemos aquí, sino todo el proceso ya que se trataba de una especie de perfomance a la que acudía el público que se disponía alrededor del papel.

Un público que bebía cócteles, que por supuesto también era azules, mientras sonaba una sinfonía compuesta por Klein. Una obra sinfónica de 40 minutos, los 20 primeros con el sonido continuo de una sola nota, mientras que los otros 20 era de total silencio.

¿Cuál era el propósito de todo esto? Con ello se pretendía demostrar que el arte solo se sustentaba en la realidad física de la pintura (el material pictórico) por un lado, y en los cuerpos por otro.