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Arquímedes de José Ribera

Publicado por A. Cerra
Arquímedes de José Ribera

Arquímedes de José Ribera

Este óleo con soporte de lienzo lo pintó el artista español José de Ribera hacia el año 1630, y en la actualidad forma parte de la colección de pintura barroca del Museo del Prado de Madrid.

José de Ribera, nacido en Játiva, Valencia, en 1591, es uno de los grandes exponentes del tenebrismo barroco, una corriente que se caracteriza por el uso dramático de la luz y la sombra para dar volumen a las figuras y crear un ambiente de intensidad emocional. Ribera pasó la mayor parte de su carrera en Italia, donde se le conoció como «Lo Spagnoletto» o «El pequeño español», y donde desarrolló un estilo distintivo que combinaba la tradición realista española con la influencia del Caravaggio italiano.

En el caso de esta efigie del famoso matemático científico de la Grecia Antigua: Arquímedes, recurrió a modelos que en realidad eran tipos populares. Algo que también hizo en algunos de sus retratos de santos, como es el caso de su cuadro de San Andrés.

Estos personajes humildes, a él le sirvieron para crear figuras “de carácter”. Personas que en su anonimato eran capaces de mostrarse vigorosas de una forma aislada. Para ello no duda en presentarnos a un personaje que está estudiando los libros, y con un compás en la mano, pero en cambio lo viste con unos ropajes bastante pobres. De hecho, José de Ribera, apodado ll Spagnoletto se especializó en este tipo de obras, e incluso creó una especie de subgénero con bastantes imitadores, por eso se le han atribuido a sus pinceles muchas obras que representan filósofos y también pícaros.

Lo cierto es que durante el arte Barroco fueron muy habituales las obras protagonizadas por sabios y filósofos de la Antigüedad, para los que se solía usar modelos extraídos de los estratos más bajos de la sociedad, como también hizo por aquellos años el propio Velázquez. En todos estos casos el modelo se trata con gran fuerza naturalista y una pincelada muy potente, unos rasgos que cautivarían a pintores de siglos posteriores como Ignacio de Zuloaga o José Gutiérrez Solana.

En el caso de este Arquímedes, en ocasiones los investigadores han pensado que tal vez se pudiera identificar con otros personajes relevantes de la Antigüedad, como el escrito Esopo o el filósofo Aristóteles. Sin embargo, hay dos detalles clave para que en los últimos tiempos también se le haya identificado con Demócrito. En primer lugar por el compás que lleva, y en segundo por que sonríe, y Demócrito es conocido como el filósofo que ríe.

Se identifique con quién se identifique de estos genios de la civilización antigua, el gran logro de Ribera es que nos presenta a estos personajes con la apariencia más común posible, plasmando con ello que su genialidad en el fondo es humana, y que pese a sus grandes logros y teorías, eran personas que lograron todo eso a base de mucho esfuerzo.

En el cuadro, Ribera retrata a Arquímedes como un hombre de edad avanzada, con una expresión de concentración intensa y una mirada penetrante que refleja su profundo pensamiento. La luz cae dramáticamente sobre su rostro y su mano que sostiene el compás, destacando estos elementos y creando un fuerte contraste con el fondo oscuro. Este uso de la luz y la sombra es típico del tenebrismo, y Ribera lo emplea magistralmente para enfocar la atención del espectador en el personaje y su actividad intelectual.

El lienzo de Ribera no solo es una representación magistral de un personaje histórico, sino también una reflexión sobre la naturaleza del genio y la sabiduría. A través de su retrato de Arquímedes, Ribera nos recuerda que la genialidad no es un don divino reservado para unos pocos elegidos, sino el resultado del trabajo duro, la dedicación y la pasión por el conocimiento. En este sentido, el cuadro es un homenaje a todos aquellos que, como Arquímedes, han dedicado su vida a la búsqueda de la verdad y el entendimiento del mundo.