Arte
Inicio Impresionismo, Pintura Baile en el campo de Renoir

Baile en el campo de Renoir

Publicado por A. Cerra
Baile en el campo de Renoir

Baile en el campo de Renoir

Esta tela, tiene su pareja con otro cuadro del que también os aportamos su imagen y que se titula Baile en la ciudad. Ambos fueron realizados en el año 1883 y en la actualidad están expuestos en el Museo de Orsay de París. Y aún habría una tercera tela en la misma línea, aunque en este caso no está en el museo parisino, que se titula Baile en Bougival, que también realizó Pierre Auguste Renoir en ese mismo año.

Y es que el marchante Paul Durand Ruel le había pedido varias telas con ese tipo de escenas de baile. Y lógicamente, Renoir satisfizo su demanda. Pero además dentro de su producción pictórica, estas obras le sirvieron para de alguna forma iniciar su periodo ingresco, o sea influido por el gran Dominique Ingres, autor de la famosa Odalisca, pero también de retratos como el de Madame de Sennones.

En fin, que las obras vistas de Ingres hicieron que Renoir potenciará su dibujo, lo cuidara mucho más y también que usara unos colores más ásperos. Es lo que él mismo llamó su “manera agria” de pintar.

Eso se manifiesta en sus juegos tonales. Por ejemplo, en Baile en el campo, juega con el contraste entre dos de los colores fundamentales del espectro: el rojo y el azul, ambos alcanzando todo su protagonismo en compañía del blanco.

Baile en la ciudad de Renoir

Baile en la ciudad de Renoir

Mientras que en el Baile en la ciudad, las relaciones de color ya son diferentes. Así como la postura de la pareja, ya que aquí la mujer nos da la espalda, e invade la escena con su vestido de pliegues blancos. Además su silueta queda perfectamente recortada sobre el negro del traje del personaje masculino.

Ese contraste entre el blanco y el negro es evidente y salta a la vista, y aún así todavía lo refuerza más con los guantes blancos de ambos bailarines. Y no acaban aquí las relaciones de color. También está muy estudiado el juego entre el fondo claro y el verde azulado de la vegetación de las macetas, todo ello armonizado con mimo respecto al ocre del suelo.

En definitiva, estas dos parejas de bailarines, son unas telas por encargo, con idénticas dimensiones y realizadas en el mismo momento, y sin embargo, a Renoir le sirven como una excusa artística estupenda para hacer un profundo trabajo de análisis de colores y formas.