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Beato de Tábara

Publicado por A. Cerra
Beato de Tábara

Beato de Tábara

Este libro caligrafiado en el siglo X en el Monasterio de San Salvador de Tábara de la provincia española de Zamora se conserva en la actualidad entre los fondos del Archivo Histórico Nacional de Madrid, y se trata de una verdadera joya artística, tanto es así que forma parte de la lista de Beatos Medievales de España y Portugal que integran el Registro de la Memoria del Mundo.

Estamos ante una obra que realizaría uno de los grandes artífices de los beatos mozárabes, un monje llamado Magius o Magio, el cual también nos ha legado otras obras anteriores, como el Beato Magio que actualmente está en Estados Unidos.

Si bien en el caso del Beato de Tábara estamos hablando de su última obra, de hecho a ciencia cierta solo se puede decir que Magio solo realizaría la ilustración del colofón del libro, ya que en el mismo aparece escrito que este monje ilustrador había muerto en este monasterio en el año 968, un monasterio al que había llegado procedente de otro bajo la advocación de San Miguel, y aunque no se indica cual en concreto, supone que sería el conjunto monástico mozárabe de San Miguel de Escalada.

Así que tenemos un libro religioso que no acabó Magio, pero sabemos que lo continuaron su discípulo Emeterio y su ayudante Senior, los cuales quedan identificados en una pintura en la que se ven el típico scriptorium medieval, y allí están los dos monjes dibujando y con sus nombres a modo de firma de su obra.

Emeterio como buen discípulo le dedicó grandes elogios a su maestro Magio, y lo cierto es que él también alcanzó un gran prestigio en este tipo de trabajos, ya que posteriormente se desplazó a otros monasterios donde se dedicó a ilustrar obras litúrgicas. Algunas de ellas en mejor estado que esta de Zamora, ya que la verdad es que se encuentra en bastante mal estado, por eso se custodia con extraordinarias medidas de seguridad.

Y es que es un verdadero milagro que materiales tan sensibles y delicados como estos hayan resistido el paso de siglos, solo por eso ya merece la pena que sean conservados, pero además está su calidad estética y por supuesto su propio valor documental, porque a su mensaje religioso también hay que sumarles que son una especie de instantáneas que nos dan a conocer la historia, por ejemplo como eran esos scriptorium de los monasterios o como se construían las torres del siglo X.