Arte
Inicio Neoclasicismo, Pintura Breve visión del Neoclasicismo (y V)

Breve visión del Neoclasicismo (y V)

Publicado por Chus

el-bano-turco-de-ingres.jpgIngres fue un pintor que se tomó una serie de “licencias” respecto al canon que ofrecía la antigüedad clásica, lo que haría de él un precursor de los primeros deformadores de la línea. No solo en la “Bañista de Valpinçon» (ya comentada en otro artículo), sino en otras obras como “La gran Odalisca” aparece esta peculiaridad. En esta última obra, la mujer aparece reclinada, desnuda, vista de espaldas, girando su cabeza hacia el espectador, retocado su peinado por un pañuelo turbante, semejante al de la “Fornarina” retratada por Rafael, convirtiéndose en un leit motiv para él, ya que recurre al mismo permanentemente, incluso en su obra “El baño turco, pintada con casi ochenta años de edad. El tema es exótico, una odalisca de un serrallo y uno de los más recurrentes entre los románticos en su huida hacia otros mundos y espacios, anticipándose así a ellos. La extraña anatomía de la mujer, aparta al pintor de su admirado maestro florentino, Rafael, para introducirlo más en la línea de los manieristas. Las deformaciones del cuerpo arabesco sirven para potenciar el erotismo de la imagen, destacando su voluptuosidad acentuada por las sedas y las joyas y la carnación rosada de cuerpo.

En la obra “Júpiter y Tetis”, inspirada en el fragmento de la Illíada en que Tetis suplica a Júpiter por la suerte de su hijo Aquiles, nos presenta la contraposición entre lo masculino y lo femenino. Para la figura del terrible Júpiter, el pintor se basó en estudios del natural (el modelo fue un campesino), representándolo entronizado, potente, macizo, con la mirada fija y la posición del brazo de la misma forma que el “Napoleón I entronizado”. Radicalmente opuesto es el cuerpo de Tetis arrodillada en gesto de súplica, tanto en su concepción, como en su colorido, blanquecino y casi plano, contrastando con el sombreado del dios. A la izquierda de la tela aparece el rostro de una Juno celosa y, a la derecha del dios, el águila, uno de sus atributos. Esta singular interpretación del tema homérico da ocasión al pintor para ofrecer su imagen de los arquetipos masculino y femenino y también una fantasía que lo va a ir alejando de la severidad del primer neoclasicismo representado por su maestro David.

Las libertades que Ingres se tomaba con respecto a la forma fueron muy criticadas en el Salón de París, lo que mortificó enormemente al artista, muy sensible hacia cualquier desaprobación, motivo por lo que intentó trabajar nuevos géneros y temas. Así, con “El voto de Luis XIII” consiguió reconocimiento oficial y fama, con lo que tras ser admitido en la Academia de Bellas Artes, se va a convertir en un intransigente y ortodoxo dictador de las artes, lo que constituye una verdadera contradicción, al ser una especie de maestro del academicismo al tiempo que precursor del arte abstracto.

Un terreno artístico en el que destacó sobremanera, fue en el de los dibujos, practicados a lo largo de toda su vida, conociéndose alrededor de cuatrocientos cincuenta retratos a lápiz, por ejemplo.

Con setenta y dos años pinta el cuadro “El baño turco” con forma de tondo en 1863, reflejando una escena basada en el libro “Lettres” de Mary Wortley Montagu, esposa de embajador que tuvo oportunidad de visitar en Constantinopla algunos harenes e interiores orientales. Se trata de una obra en la que el artista liberaba sus fantasías no sólo eróticas sino profesionales, al transgredir toda ortodoxia académica. Así la figura del primer plano correspondiente a la de “La gran bañista” no se integra en el espacio adecuadamente, lo cual parece hecho a propósito, ya que incluso la luz que la baña es distinta al resto de las figuras. La perspectiva es totalmente falsa, abandonando la tradicional tridimensionalidad espacial. Otra “anomalía” la constituye la pequeña figura reclinada de la izquierda (incorporada más tarde), tanto por el brusco cambio de escala con relación a las figuras del primer plano, como por la representación totalmente naturalista de su anatomía, en contraposición a las formas opulentas y redondeadas de las otras mujeres, que remiten al arte hindú. Fue una obra muy admirada por los pintores del siglo XX. Picasso (en cuatro ocasiones), Man Ray y otros artistas se inspirarán en él, rindiéndole homenaje.