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Desnudo de Renoir

Publicado por A. Cerra
Desnudo de Renoir

Desnudo de Renoir

Este lienzo pintado con la técnica del óleo en el año 1876 por el artista francés Pierre Auguste Renoir y que en la actualidad se conserva en el Museo Pushkin de Moscú, es una magnífico ejemplo de uno de los objetivos de la toda la producción pictórica de este maestro del Impresionismo. Su gran tema siempre fue la belleza.

Una belleza en la que cualquier elemento es importante. Por ejemplo, él siempre tiene muy en cuenta la estrecha comunión en sus obras entre la figura y el fondo donde la ubica. Él no pinta figuras aisladas de su entorno, al contrario. Pretende que su modo de representar la figura humana y su entorno sea el mismo, que haya una unidad de estilo, por eso los efectos que logran sus pinturas no se deben a que una mujer sea más o menos bella, sino que todo el conjunto es bello.

El ideal de Renoir se basaba en la elección, no de los distintos elementos de la naturaleza a representar en su arte, sino en la elección de los elementos pictóricos a usar en sus telas, básicamente en el uso de gran sensibilidad para aplicar unos u otros tonos de color, independientemente de lo que estuviera pintando.

Esto le permitió seguir las variaciones más naturales sin preocuparse en exceso de que las formas estuvieran perfectamente logradas ni que fuera regulares. Para él, la belleza encontraba su gracia en la variedad, algo de lo más natural, ya que consideraba que en la realidad, en la naturaleza, no existían ni el vacío ni las formas regulares.

Por otra parte, además de su tratamiento cromático, es indudable que Renoir es capaz de darle monumentalidad a sus figuras. Algo que aquí expresa con el volumen de esta mujer, la cual tiene unas dimensiones y una relación con su entorno adecuada, dado que nos está presentando una belleza universal.

Únicamente nos está mostrando la hermosura de una mujer desnuda, bella, plena, y toda ella creada a partir de un único condicionamiento: la luz y su capacidad para moldear ese cuerpo.

Esta mujer, que sabemos que se llamaba Anna, tiene el mismo irresistible atractivo de otras muchas mujeres que pintó Renoir, tanto vestidas como desnudas. Y es que este pintor fue capaz de dotarlas de una innegable sensualidad y sobre todo de una gracia que necesita una verdadera obra de arte. De alguna forma, en este tipo de obras de Renoir, cualquiera de los elementos que vemos nos están sonriendo.