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El beso de Hayez

Publicado por A. Cerra
El Beso de Hayez

El Beso de Hayez

La corriente del Romanticismo se extendió por todos los países de Europa y desde luego que también llegó a Italia. Allí, el influjo de los ideales del estilo romántico se manifestó en las diferentes disciplinas artísticas, desde la vertiente literaria hasta la música, la ópera o la escultura, y por supuesto también se realizaron obras pictóricas en esta línea.

De todas esos cuadros, posiblemente el más emblemático e icónico sea esta obra titulada como de El Beso, realizado por el artista Francesco Hayez (1791 – 1882). Una obra que concretamente ejecutó en 1859 y que ese conserva y expone en la prestigiosa Pinacoteca de Brera de Milán.

Un destino final que seguro que le gustaría al propio Hayez para su obra más famosa, ya que este pintor de origen veneciano, fue director de la Academia de Bellas Artes de Brera. En realidad, Hayez viajó por toda Italia, ya desde joven, porque pronto demostró sus habilidades para el arte, y hasta ganó una beca en 1809 que le llevó a continuar su formación en Roma, donde fue durante un tiempo discípulo del gran escultor Antonio Canova.

Pero volviendo a esta obra de El Beso, en realidad el artista italiano hizo cinco versiones diferentes, cuatro pintadas con la técnica del óleo y una quinta pintada con las acuarelas, esta última también está hoy en día en Milán, pero concretamente en la Biblioteca Ambrosiana.

Lo curioso del caso es que pintó esta escena a lo largo de varios años, desde 1859 hasta 1867, lo que nos da una idea del gran éxito que tuvo la imagen. Si bien la primera fue esta que realizó por encargo de Alfonso María Visconti di Saliceto.

En realidad, más allá del beso en sí entre un hombre y una mujer, se le ha buscado otros significados más profundos a la imagen, algo que es habitual en representaciones de besos que han hecho maestros del arte como Rodin, Klimt o Brancusi.

En el caso de la obra de Francesco Hayez, hay que entenderla dentro de su contexto histórico. Por eso se ha interpretado como una especie de canto visual al amor patriótico y a la libertad. Y es que precisamente en 1859, Italia se alió con el emperador francés Napoleón III en su guerra contra el Imperio Austrohúngaro. Y esa alianza y el apoyo que llegó de Francia, acabaron siendo definitivos para la unificación de Italia que se daría unos pocos años más tarde.