Arte

El enigma de Hitler, Dalí

Publicado por Laura Prieto Fernández

Cuando decimos que el arte y la historia son hermanos íntimamente ligados y que uno no puede entenderse sin el otro, a menudo tendemos a pensar que hablamos acerca de testimonios artísticos de épocas pasadas que hacen referencia a hechos históricos aún más antiguos y olvidados, hechos que ya habían sucedido o en cualquier caso que estaban sucediendo cuando la obra de arte fue ejecutada. Sin embargo en algunas ocasiones el arte es incluso premonitorio, capaz de anticiparse a los acontecimientos históricos que sucederían después. Por ello, una vez más debemos señalar que para comprender el arte es necesario comprender la historia, de otra manera el lienzo se convierte en el soporte de una pintura que termina estando vacía y vacua, sin ningún significado.

Salvador Dalí fue uno de los artistas más reconocidos de la estética surrealista y de la pintura moderna española, junto con Picasso y Miró forman la triada moderna española que sentará las bases de las nuevas concepciones artísticas en la Península Ibérica. Como buen pintor surrealista el de Figueras representó en sus sueños un mundo onírico en el que daba cabida a sus sueños pero también a sus pesadillas. En esta ocasión, el artista representa no uno de sus miedos personales como ocurría con las hormigas sino un temor que asolaba a toda Europa, el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

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En septiembre de 1938 tuvo lugar los conocidos como Acuerdos de Munich, una serie de reuniones entre algunos de los políticos más reseñables de la época en las que se permitió que Alemania, bajo el mando de Adolf Hitler, se anexionase los Sudetes de Checoslovaquia. El hecho de que las potencias europeas lo permitiesen pone de manifiesto su debilidad y la imperiosa necesidad de evitar una nueva guerra.

Sobre una rama de olivo quemada y medio rota que preludia la inevitable contienda aparece un teléfono roto y negro, cuyo extremo parece asemejarse a la pinza de una langosta en posición amenazante y cuyo cable se encuentra roto como seña del fin de las comunicaciones entre los países. Del mismo teléfono se descuelga una lágrima en alusión a las tristes noticias que se reciben desde el otro lado y en la rama, colgando inútil un paraguas que representa al gobierno inglés en sus igualmente inútiles negociaciones con el dirigente alemán.

Bajo el teléfono un pequeño plato que contiene una fotografía en tamaño carnet de Hitler y unas pocas judías que presagian el hambre que espera al pueblo con la llegada de la guerra. En el lienzo el artista ha representado algunos murciélagos, por lo que sentía verdadero terror así como una mujer que parece esconderse tras el paraguas inglés y que es una sombra de la soledad que provocará un nuevo conflicto mundial.