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El oído y el Olfato, Rubens y Brueghel

Publicado por Laura Prieto Fernández

Las rivalidades entre los artistas es algo bien conocido por todos en cuanto a las anécdotas que muchas veces salpican la vida de los pintores de todos los tiempos sin embargo también es cierto que en muchas ocasiones los artistas de una misma época trabajaban juntos mano a mano y no solo en grandes empresas como la decoración de un palacio o de una iglesia en la que cada uno tenía su propio espacios, sino en formatos mucho más pequeños en donde resultaba necesario que los pintores trabajasen simultáneamente poniéndose de acuerdo en el esquema y la composición de la obra, algo a todas luces mucho más difícil pero no imposible.

Las obras que analizamos son uno de esos ejemplos en los que dos genios artísticos trabajan juntos compaginando su arte para dar lugar a una bella producción, son en total cinco tablas pintadas al óleo de formato horizontal en las que se representa la alegoría de los cinco sentidos aunque en esta ocasión tan sólo haremos referencia a dos de ellas, las tablas que representa el sentido del Oído y el Olfato. La colaboración para su creación se llevó a cabo entre dos grandes artistas de la escuela barroca flamenca, Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel conocido con el sobrenombre de Brueghel el Joven para diferenciarlo de su padre el también pintor Pieter Brueghel el Viejo. Rubens sería el encargado de representar las figuras de las alegorías, en este caso y siguiendo la tradición, como bellas mujeres semidesnudas mientras que Brueghel se encargaría de representar el escenario y el atrezo necesario para dotar a la obra de sentido completo.

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Parece ser que las pinturas estuvieron ligadas a los archiduques y gobernadores en aquel momento de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia y Alberto, que además fueron grandes mecenas de la escuela flamenca.

En la tabla que representa El oído podemos observar a la diosa Venus que se sitúa en el centro de la composición junto con un pequeño amorcillo y un ciervo, símbolo tradicional del oído. La diosa interrumpe su canto para girarse al espectador y hacernos partícipes de la escena. La escena se desarrolla en un interior donde gracias a una gran logia de tres arcos de medio punto se abre hacia los jardines del Palacio Mariemont donde residían los archiduques. La estancia está llena de instrumentos que aluden al sentido del oído así como una orquesta que se encuentra tocando en una estancia al fondo de la habitación.

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Por su parte en el lienzo del Olfato nos encontramos ante un espacio abierto, esta vez un jardín idílico que vuelve a tener a la diosa como centro de la composición, esta vez oliendo flores junto al amorcillo que la acompaña. En este lienzo Brueghel desarrolló un espléndido trabajo representando con gran maestría las variadas flores que engalanan el lienzo; distintos tipos y tamaños de flores han sido representados por el artista quien mostró en varias de sus producciones una gran pericia al representar la flora. Al fondo podemos observar una fuente así como algunas arquitecturas de corte clasicista.