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El sueño de los patricios, Murillo

Publicado por Laura Prieto Fernández

En la actualidad las expoliaciones en el campo artístico siguen estando a la orden del día de modo que los grandes museos albergan un sinfín de piezas que no siempre han llegado a custodiar por los mejores medios, de este modo importantes colecciones de arte egipcio o arte griego se encuentran diseminadas por distintos museos que no se encuentras precisamente, cerca de su lugar de origen. Algo parecido ocurre con las obras de uno de los artistas españoles más importantes de la estética barroca, Murillo. Las obras de Murillo fueron perseguidas durante la Guerra de la Independencia de modo que muchos de sus lienzos acabaron en Francia, este es el caso de las obras que adornaban los muros de la Iglesia de Santa María la Banca en Sevilla y de los que tan solo dos de las cuatro piezas originales se han restituido al patrimonio español aunque sin volver a su lugar de origen en la capital hispalense.

A mediados del siglo XVII el famoso artista de la escuela Sevilla Esteban Bartolomé Murillo recibe el encargo de decorar los muros de la Iglesia de Santa Maria la Blanca en Sevilla por orden del mismísimo canónigo de la Catedral, Don Justino de Neve, con el cual el artista mantendrá una estrecha relación de amistad a lo largo de toda su vida. Neve le encargó al artista cuatro lienzos en los que se relatara la fundación de la basílica romana de Santa María la Mayor, el artista pintó para ello cuatro lienzos de formato semicircular, dos de grandes dimensiones –el primero de ellos es la obra que aquí analizamos- y otros dos más pequeños que aún se conservan en Francia.

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El Sueño del Patricio se trata de un lienzo de grandes dimensiones que mide más de cinco metros de anchura y dos y medio de altura; su formato semicircular original, debido a su posición bajo la cúpula de la iglesia, ha sido desvirtuado al añadírsele un dorado con relieves de la basílica de Santa María la Mayor. La obra de Murillo representa el momento en el que la Virgen María y el Niño Jesús se aparecen en sueños al patricio y su mujer para encomendarles la construcción de un templo cuya planta encontrarían dibujada sobre de nieve de la cima del monte romano Esquilino, pese a encontrarse en verano.

Murillo ha representado al patricio y su esposa en la zona izquierda del lienzo, durmiendo es unas incómodas posturas ya que aparecen sentados y no tumbados y sumidos en la penumbra. Por su parte la Virgen con el Niño se han representado en una zona superior y más iluminada, como si descendieran desde una nube de luz brillante y dorada.

La escena muestra unas figuras amables de acorde con la pintura del artista, en donde cabe destacar tanto el naturalismo con el que han sido representados los patricios como la calidad en la representación de las telas.

En la esquina derecha podemos observar una ventana que da al exterior y desde donde se vislumbra el monte Esquilino nevado milagrosamente.