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Huyendo de la crítica, Pere Borrell

Publicado por Laura Prieto Fernández

A lo largo de la historia de la historia del arte en general y de la pintura en particular, se han determinado dos corrientes que, si bien fluían en paralelo, no siempre lo hacían en buena sintonía; por un lado, el arte de la pintura y por el otro la crítica del arte. Desde que Denis Diderot, considerado el padre de la crítica de arte, escribiese sus primeros ensayos teóricos, muchos son los expertos -aunque también muchos los aficionados- que han desarrollado este trabajo encumbrando a unos artistas y desechando a otros tantos.

Pues bien, la obra que hoy analizamos deja patente esa relación entre el arte y la crítica además de representar como pocas uno de los trampantojos mejor logrados en la historia de la pintura, se trata del lienzo de Pere Borrel del Caso titulado Huyendo de la crítica. En el año 1874 el artista Pere Borrel (1845 – 1910) presentó el que sería su trabajo más conocido y que más éxitos le cosechó; hoy la obra se encuentra en el Banco Nacional de España situado en Madrid.

En ella se aprecia a un muchacho de unos diez años que va vestido con ropajes harapientos, a primera vista no podemos dejar de recordar a los famosos niños de Murillo que comían fruta o se despiojaban en las calles del barroco. El muchacho se agarra al marco ficticio del cuadro para poder impulsarse y así salir huyendo; con ese gesto tan particular parece que el joven pretende saltar del interior del lienzo hacia nuestra realidad, la rodilla aparece flexionada y en sus brazos se aprecia la fuerza del impulso.

Su rostro es más que expresivo, parece desencajado, con los ojos y la boca abiertos presa del temor más absoluto -como si de El grito de Munch se tratase- que le provoca la crítica feroz de su tiempo que tenía el suficiente poder como para sumir a los pintores en la más profunda ruina y acabar con su carrera artística.

La pieza es un exquisito cuadro de carácter casi hiperrealista que se acentúa por el hecho de carecer de marco ya que de este modo el pintor consigue que se cree un trampantojo creíble y que logra engañar al ojo del espectador.