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Joven dormida, Veermer

Publicado por Laura Prieto Fernández

La Muchacha dormida o Joven dormida es uno de los lienzos más conocidos del pintor neerlandés Johannes Vermeer. Pintado en la segunda mitad del siglo XVII, en torno al año 1657, la obra ha ofrecido múltiples interpretaciones iconográficas para los estudiosos que a día de hoy aún siguen planteando diversas hipótesis acerca de sus significados. En realidad, este hecho no resulta extraño en la obra de Vermeer ya que son muchos los lienzos realizados por el artista que esconde una temática mucho más intrincada de los que a primera vista pudiese parecer. La obra se trata de un pequeño lienzo de formato vertical que apenas llega a los noventa centímetros de altura y poco más de setenta y cinco centímetros de anchura. Realizado en óleo sobre lienzo, en la actualidad el famoso cuadro se encuentra expuesto en el Museo Metropolitano de arte de Nueva York, EEUU.

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Su autor, Johannes Vermeer, es una de las figuras más destacadas del conocido como Siglo de Oro neerlandés. En realidad, no son muchos los datos que conocemos acerca de la vida de este artista y un buen número de sus obras tan sólo ha llegado hasta nosotros por la información de antiguas casas de subastas. Sea como fuere, lo cierto es que la figura del que hoy es uno de los pintores más emblemáticos del barroco, estuvo bastante olvidada hasta principios del siglo XX y aún en vida su prolífica producción no fue suficiente para que el artista y su familia pusiesen vivir cómodamente.

En la obra de la Joven dormida que aquí nos ocupa, nos encontramos ante un lienzo intimista que representa a una mujer joven dormida plácidamente ante una mesa en la que el artista ha representado un preciosista bodegón. La joven que aparece elegantemente vestida apoya el codo de su mano derecha sobre la mesa para recostar así su cabeza mientras que la otra mano descansa sobre el borde. Encima de la mesa encontramos un laborioso tapiz de estilo oriental que hace las veces de mantel; sobre ésta los restos de una copiosa comida y una copa con vino que sería la responsable del estado de la joven.

En realidad, no se puede saber con seguridad si la joven se encuentra en un estado de embriaguez; en este sentido parece apuntar la presencia de la copa de vino en la mesa, el rubor de sus mejillas y el hecho de que en una subasta celebrada a finales del siglo XVII la obra se titulase como <>. Sin embargo algunos autores hablan de una segunda interpretación en la que la mujer podría encontrarse triste a causa del desamor; en este contexto cobraría sentido la fruta de la mesa en una alusión a la fruta prohibida así como el lienzo que aparece representado sobre la cabeza de la joven y en el que se puede apreciar a Cupido con una máscara.

En el aspecto técnico cabe destacar el claroscuro que se centra en la mitad inferior del lienzo, dejando la zona superior en semi-penumbra así como el magistral uso de la perspectiva que se evidencia en la posición de la mesa y la sucesión de habitaciones.