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La Carreta del viejo Junier de Rousseau

Publicado por A. Cerra
La Carreta del viejo Junier de Rousseu

La Carreta del viejo Junier de Rousseu

Estamos ante una de las obras más emblemáticas de un artista muy peculiar: Henri Julien Felix Rousseau, también conocido con el sobrenombre de El Aduanero Rousseau, por el puesto en la administración que ocupaba cuando empezó a pintar ya con una edad madura. Porque Rousseau no pintó en serio hasta pasados los cuarenta años, y de hecho no se dedicó en exclusiva hasta que no tuvo 49 años cuando abandonó su puesto en la administración.

Henri Rousseau (1844 – 1910) salvo contadas excepciones fue un artista prácticamente menospreciado en su tiempo, y además se hacía ese desprecio de cierta forma divertida, dada la frescura e ingenuidad que irradian las obras de este artista que fue completamente autodidacta. Ese maltrato general, salvo ciertos artistas, contrasta enormemente con valor que alcanza su obra en el presente.

En vida, pocos personajes de cierto nivel valoraron positivamente su obra. Entre esos pocos se contaron los escritores Alfred Jarry que lo acogió en los momentos de penuria económica y Guillaume Apollinaire. Este último escribió y describió lo mucho que se habían burlado los críticos sobre el modo de pintar de El Aduanero, y cómo él lo aguantó todo, aunque en ocasiones se le llegó a tratar de forma ridícula y con groserías. Y Apollinaire decía que todas esas críticas por muy sarcásticas y duras que fueran le dan valor a la obra de Henri Rousseau y que él mismo artista pensaba eso.

En cuanto a su estilo, Rousseau es el prototipo del artista naïf. Naïf en la apariencia, porque lo cierto es que su proceso de trabajo era extraordinariamente meticuloso, y lento. No hay improvisación, ni es sencillo pintar así. De hecho, son pocas las obras que realizó en vida.

Y entre esa escasa producción, uno de sus lienzos más emblemáticos es esta tela titulada La Carreta del viejo Junier, que pintó en el año 1908, y que en la actualidad se expone en las salas del Museo de la Orangerie, ubicado en uno de los extremos de los famosos Jardines de las Tullerías de París.

Precisamente en ese museo se conservan varias de sus obras, y allí se puede ver todo el abanico de temas que realizó durante su vida este pintor, ya que además de escenas de la vida cotidiana como la que nos presenta en esta obra, Rousseau también realizó otras obras dedicadas a retratos o naturalezas muertas. Sin embargo, dentro del conjunto de su obra, una temática que ha sido la que más ha fascinado a pintores y artistas posteriores son sus peculiares paisajes, casi todos ellos alegóricos y exóticos, de hecho, muchas de sus telas son peculiares junglas tropicales que él nunca vio en persona. Sin embargo, contaba que le encantaba entrar en invernaderos con ese tipo de vegetación, porque le parecía adentrarse en un sueño, y lo cierto es que ese tipo de trabajos tienen, aparte del tono naïf cierto aire surrealista.