Arte

La Ciudad de Portocarrero

Publicado por A. Cerra
La Ciudad de René Portocarrero

La Ciudad de René Portocarrero

El pintor cubano René Portocarrero (1912 – 1985) es uno de los máximos exponentes de las artes plásticas en esta isla del Caribe durante todo el siglo XX. Fue un pintor que jamás quiso vivir fuera de su país, pese a que por un lado alcanzó el reconocimiento internacional y que por otro su vida no fue fácil en Cuba, teniendo en cuenta las condiciones económicas del país y su abierta homosexualidad. De hecho, nunca negó que vivía en pareja con otro pintor cubano, Raúl Millán.

Y es que su opción sexual no estaba bien vista por el régimen de Fidel Castro, ni en general por la gran mayoría de la sociedad cubana. Pese a ello, con el paso del tiempo el pintor ha ido ganando más y más prestigio en la isla, e incluso en el año 2012 se realizó una importante exposición retrospectiva de su obra con motivo del centenario de su nacimiento en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.

Toda esa producción pictórica se basó en la realización de extensos ciclos temáticos. Uno de ellos era las imágenes de interiores del Cerro, una localidad a las afueras de La Habana, donde nació el propio Portocarrero.

También muchas de sus obras desarrollan series sobre asuntos mitológicos, sobre fiestas, mujeres ornamentadas, paisajes campestres o los carnavales cubanos. Y desde luego uno de sus motivos predilectos fue pintar la ciudad donde vivía, la capital cubana, La Habana, a la cual dedicó esta tela titulada La Ciudad y que pintó en el año 1954.

El cuadro es representativo de su particular estilo, fruto de una formación completamente autodidacta, que siempre posee cierto aire naif, pero al mismo tiempo plantea un enorme barroquismo, sobre todo en cuanto a la variedad de colores. Y otro rasgo distintivo de sus obras es el tono poético que confiere a sus imágenes, siempre apoyada en las ancestrales tradiciones afrocubanas que conforman el peculiar acervo cultural de los cubanos.

En definitiva, la producción de René Portocarrero alcanzó el reconocimiento en las mecas artísticas del mundo a mediados del siglo XX, eso que no se le puede adscribir a ningún movimiento de las vanguardias. De hecho, cuadros como éste cualquier otro que creó solo son comprensibles teniendo en cuenta su origen y su vida en Cuba. Un lugar al que amaba intensamente, sin dejar de criticar sus muchas contradicciones, y que se negó a abandonar, aunque tuvo oportunidades y buenas ofertas económicas para ello. Y es que él mismo dijo que en cuanto salía de la isla se le marchitaban las manos y era incapaz de pintar.