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La Dama y su toilette de Longhi

Publicado por A. Cerra

Dama y su toilette de Longhi

Pietro Longhi (1702 – 1785) es uno de los mejores representantes del arte rococó en la ciudad italiana de Venecia. Allí se dedicó a pintar infinidad de escenas como estas en las que representa en las actitudes más cotidianas a la burguesía y la aristocracia de la ciudad de las canales. Una urbe que por aquel entonces no tenía gran peso político, pero que sí que contaba con una clase alta muy adinerada y vividora que se mantenía gracias a las rentas extraídas del comercio. Y gran parte de esa nobleza y grandes comerciantes quiso ser retratada por Longhi.

Lo cierto es que Pietro Longhi comenzó a pintar en su ciudad natal, donde se formó con el artista Antonio Balestra, quién sobre todo le enseñó a trabajar la pintura alla maniera grande, o lo que es lo mismo, con figuras a la antigua, tal y como hacía por entonces el gran Giovanni Battista Tiepolo, autor de grandes pinturas en palacios e iglesias de Venecia.

Pero, en un momento dado, siendo un treintañero, decidió irse a Bolonia, donde trabajó con el pintor Giuseppe Maria Crespi, de quién aprendió a pintar temas mucho más vulgares y cotidianos, o lo que es lo mismo: la llamada petite pintura.

Será precisamente la pintura de género la que practicara a su vuelta a Venecia, donde abrió un taller en el que trabajaba con su hijo Alessandro, el cual no solo fue su ayudante, sino que sus textos han servido para escribir la biografía de su padre.

La pintura de género le sirvió a Longhi para conectar a la perfección con la rica burguesía, ya que era muy capaz de pintar la realidad pero con un tono amable, además de que generalmente buscaba temas y escenas en las que cualquiera se pudiera sentir gratamente reflejado.

Por todo ello, muchos de sus cuadros, como este de La Dama y su toilette se pueden considerar incluso documentos gráficos de la forma de vida burguesa en la Venecia del siglo XVIII. Y aunque en la gran mayoría de ocasiones sus escenas son bastante inofensivas, a veces se permitió el lujo de incorporar cierta carga crítica.

Pero eran críticas en pequeñas dosis, por lo que no supuso ningún problema para que siguiera siendo un pintor de éxito, cuyas obras se vendían con cierta facilidad. En ellas solía repetir ciertos esquemas y características, como por ejemplo reflejar interiores de casas acomodadas pero sin excesivo mobiliario, al igual que era habitual que en sus telas aparezcan señores y sirvientes para ver las diferencias de vestuario y a veces, también de actitud.

Además son obras de fuere colorido, una mezcla de lo veneciano y la viveza de la escuela boloñesa de Crespi, cuya influencia también se manifiesta en la iluminación de sus obras.