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La joven inglesa de Soutine

Publicado por A. Cerra
La joven inglesa de Soutine

La joven inglesa de Soutine

Chaïm Soutine (1893 – 1943) fue un pintor francés aunque de origen lituano. De hecho, esos orígenes en Lituania, por entonces un territorio gobernado por los zares rusos, son muy importantes para comprender sus creaciones artísticas. Lo cierto es que Soutine vivió una infancia bastante miserable, en la que al hambre había que sumar la incomprensión general hacia su vocación como pintor.

Por eso no es extraño que con 20 años emigrara de allí para establecerse en París, que por aquel entonces era la gran capital mundial de la cultura y el arte. Allí comenzó a visitar asiduamente los museos de la ciudad donde descubrió y quedó admirado por las obras de pintores como Rembrandt o Courbet, entre otros. Y además estableció contacto con otros artistas llegados de la lejana Rusia, como Marc Chagall o Jacques Lipchitz.

Aunque su situación económica mejoró bastante, lo cierto es que la angustia que vivió durante sus primeros años de vida nunca le abandonó. Tanto en sus paisajes, como en sus bodegones o en sus retratos, siempre nos muestra una visión bastante desgarradora de la realidad, algo que lo emparentaba con una de las corrientes más vanguardistas de aquellos años como era el Expresionismo.

Un buen ejemplo es este retrato de La joven inglesa, aunque lo cierto es una obra ya posterior, porque la realizó hacia 1934 y en la actualidad forma parte de la interesantísima colección del Museo de l’Orangerie de París, que cuenta con varias obras de Soutine, como El valet, El padrino de boda o uno de su paisajes típicos: El árbol caído.

Aquí vemos uno de los rostros típicos suyos, en los que se expresa susto y sorpresa, y donde no faltan sus habituales deformidades. Algo que hacía incluso cuando retrataba a amigos suyos, como es el caso del retrato que hizo a un pintor contemporáneo Moïse Kisling.

Otra de las características más habituales de su arte que también la podemos ver en este retrato es su característica paleta cromática, protagonizada por los tonos de azules nocturno, los blanco azulado y las variantes más violentas del rojo, que aquí no faltan en la ropa y el cabello de la mujer retratada. Unos tonos rojos que suele usar para dotar a sus imágenes tanto de desesperación como de crueldad.

Y es que la pintura de Soutine ante todo es intensa, con unos personajes que revelan sus auténticas personalidades, a veces desmesuradas y excesivas, a partir de sus acusados gestos, forzadas deformidades y fuertes colores.