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La maja y los embozados de Goya

Publicado por A. Cerra
La maja y los embozados de Goya

La maja y los embozados de Goya

Éste es uno de los cartones que pintó Francisco de Goya y Lucientes para que sirvieran como dibujo base para la Real Fábrica de Tapices, entre los años 1774 y 1792. Este cuadro que posee en el museo del Prado de Madrid, Goya lo pintó concretamente en el año 1777. Es un buen ejemplo de la producción que pintó para que posteriormente fuera tejida en forma de tapiz. Unos cartones, que como éste o El Quitasol, son obras en las que sus empastes, veladuras o transparencias son sumamente diferentes a las que realizaban otros cartonistas del momento, como los hermanos Bayeu.

En realidad, fueron imágenes que planteaban no pocas dificultades técnicas a los tejedores que materializaban los tapices, ya que les era muy complicado transportar a su técnica los primores del colorido, los detalles, las libertades técnicas que se tomaba Goya o su tratamiento de la luz.

Este cuadro de La maja y los embozados también se le conoce con el título de El Paseo de Andalucía, ya que se supone que está ambientado en un paraje boscoso andaluz, donde se sitúan los personajes que van ataviados con ropas típicas de ambiente taurino.

Para comprender esta escena hay que tener en cuenta el momento histórico en la que la pintó Goya, ya que en ella hace mención a una típica costumbre de la época en España, cuando muchas personas caminaban por las calles embozados, es decir, sin que se les pudiera ver el rostro. Algo que el gobernante Esquilache trató de prohibir con un normativa que lo impidiera, ya que generalmente se tapaban la cara aquellos que pensaban cometer delitos impunemente.

De hecho al contemplar la escena se comprueba que emana cierta clandestinidad y peligro, e incluso el propio Francisco de Goya al entregar el cartón lo describió como un momento en el que una maja intenta evitar pasar entre unos embozados que se van a retar.

Es decir, como siempre en la producción pictórica de Goya se atiene a la tradición pero añade su toque personal. Por eso, como era habitual entre los cartonistas que trabajaban para la Real Fábrica de Tapices, él elige un tema de carácter costumbrista pero le aporta su característico tono de cierta crítica y denuncia.

Y es que lo más normal es que los tapices se basaran en este tipo de imágenes costumbristas, y también de tema mitológico. Y para Goya este trabajo fue muy importante, no sólo económicamente sino también formativamente. Porque la realización de estas obras le sirvió para que se formara definitivamente como pintor y se le abrieran nuevos caminos de libertad artística.