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La muerte de Viriato, Madrazo

Publicado por Laura Prieto Fernández

En la España del siglo XIX se desarrolla un fuerte sentimiento patriótico que ensalza las virtudes de la patria y de los españoles; este sentimiento viene determinado por la lucha de la unidad nacional frente a un enemigo extranjero, Francia. Durante la Guerra de la Independencia español (1808 – 1814) y ante la pasividad del gobierno, fue el propio pueblo quién se levantó en defensa de su libertad. En este contexto parece sencillo explicar cómo desde el arte y la cultura se propiciaba todo tipo de obras que ensalzasen el nacionalismo y la defensa de la patria. José Madrazo nos presenta en este lienzo de La muerte de Viriato la historia de un héroe que muere en la defensa de su pueblo.

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José Madrazo (1781 – 1859) es uno de los artistas españoles más destacados de la etapa neoclásica. El artista será el primero de una larga saga de pintores ilustres para el arte español. Nacido en Santander el artista se formó en Francia junto a uno de los pintores más destacados del Neoclasicismo, Jaques Louis David de quién adquirió su estilo purista y realista. A principios del siglo XIX se trasladó a roma para disfrutar de una beca que le permitiese estudiar a los clásicos y a su regreso a España se convirtió en una de las figuras artísticas más relevantes durante el reinado de Fernando VII.

En la obra que aquí nos ocupa Madrazo representa la muerte de Viriato, rey de los lusitanos. Cuando los romanos invadieron la Península Ibérica Viriato encabezó la rebelión hasta que firmó la paz con Roma al reconocérsele su derecho como rey. Aun así el cónsul Cepión encargó el asesinato del héroe. Madrazo nos presenta la obra en el interior de una tienda de campaña donde los amplios cortinajes nos devuelven a la escena principal: el cuerpo sin vida de Viriato que yace tumbado en el centro de la composición. A su alrededor, una multitud se agolpa desconsolada ante la tragedia mientras que en la zona de la derecha podemos ver a los perpetradores del asesinato – Audax, Ditalkón y Minuro- amigos del caudillo, que abandonan la escena con alegría.

La composición es claramente Neoclásica y en ella se aprecia la fuerte influencia que David tuvo en su discípulo. Las cabezas de los personajes aparecen dentro de una misma línea como si de un friso antiguo se tratase. El dibujo y la línea modelan toda la composición mientras que el color es plano y sin demasiada carga de pintura, los contrastes entre los cortinajes verdes del fondo y las capas rojizas aumentan la sensación de profundidad.

La luz entra en diagonal desde la izquierda del lienzo para incidir directamente en la figura del protagonista, sin embargo es en la zona de la derecha donde Madrazo ha situado una abertura en la tienda –por la que debería entrar la luz- desde donde se puede apreciar al ejército que se mantiene a la expectativa esperando las noticias sobre su caudillo. En la actualidad la obra de Madrazo se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.