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La Odalisca y la esclava, Ingres

Publicado por Laura Prieto Fernández

A lo largo del siglo XIX muchos artistas, en especial aquellos adheridos a la corriente romántica, buscaron inspiración más allá de las fronteras europeas volviendo sus ojos hacia el mundo oriental, fue precisamente esta tendencia conocida con el sobrenombre de orientalismo, la que influenció a artista tan destacados como Delacroix. No obstante, también encontramos otros pintores que sin ser románticos –la estética romántica abogaba por dejarse influenciar por lo exótico ante el hastío que le producía la sociedad de su época- también sucumbieron al estilo oriental, así podemos encontrar obras de corte neoclasicista inspiradas en este mundo exótico.

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Ingres (1780 – 1867) es uno de los mejores representantes de la pintura academicista y uno de los artistas que tomaron como referente el mundo oriental para sus composiciones. Ingres nació en Montauban, hijo de un artista de segunda fila que pronto supo reconocer el talento de su vástago. Su formación artística comenzó en la Academia de Toulouse pero pronto se trasladó a París para entrar a formar parte del taller de uno de los genios del neoclasicismo Jaques Louis David. Becado en Roma el artista permaneció en Italia varios años donde pudo conocer las pinturas de los maestros renacentistas, en especial las de Rafael de Sanzio por quien sentía una especial predilección.

Influido por precisamente por las tendencias renacentistas el artista encaminó su arte hacia una supremacía del dibujo, un hecho que nos dificulta su catalogación dentro de un estilo artístico concreto: si bien algunos de sus temas como las odaliscas son propios de la pintura romántica, su estilo basado en el dibujo era más propio del academicismo neoclasicista.

En esta ocasión analizamos una de las obras que Ingres pintó sobre las odaliscas. Las odaliscas eran mujeres que formaban parte del harén de los sultanes otomanos, propiamente no eran concubinas sino auxiliares de las concubinas esperando que algún día adquiriesen el nuevo rango de amante del sultán. El tema resultaba muy idóneo para contextualizar el desnudo femenino que tanto obsesionaba al artista.

En esta ocasión el artista realiza un óleo sobre lienzo de formato horizontal y tamaño medio que apenas llega al metro de anchura y cuenta con unos setenta y dos centímetros de altura. En él observamos como una esclava aparece tocando un instrumento de cuerda mientras que la odalisca, una joven voluptuosa y de encarnación blanquecina, languidece eróticamente sobre el lecho. Sus cabellos rubios y largos, caen melosamente sobre las sábanas y en su cuerpo se adivina una línea sepentinata que el artista ha tomado de composiciones clásicas.

La pintura de Ingres es de sobra conocida por no ajustarse a la realidad, en los cuerpos de sus mujeres es fácil adivinar elementos poco realistas que el artista introduce con la única razón de crear un elemento bello pese a alejarse de la estética realista.