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La túnica de José, Velázquez

Publicado por Laura Prieto Fernández

La antigüedad clásica y los grandes maestros del renacimiento han constituido a lo largo de la historia de la pintura fuentes de inspiración inagotables para pintores de todos los tiempos, estilos y épocas. En este sentido debemos señalar como en distintas épocas resultó muy común que los pintores viajasen a Italia o Roma para estudiar los modelos clásicos; en épocas más contemporáneas eran comunes las conocidas becas que desde la Academias se entregaban a los pintores para poder financiarse este viaje, no obstante muchos años antes otros grandes artistas también viajaron a la cuna de pintura para mejorar así su formación, este fue el caso de uno de los grandes maestros del Barroco, el mejor exponente del Siglo de Oro español, Diego de Velázquez.

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Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599 – 1660) es uno de los mayores exponentes del virtuosismo barroco y una de las mejores figuras pictóricas de todos los tiempos. En su obra se distinguen varias etapas marcadas por el tenebrismo de sus primeros años, el estilo más realista que cosechó en la corte de Madrid y por último una evolución hacia una pintura más personal, propia de un pintor maduro.

En el año 1628 el pintor flamenco Rubens llegó a España en misión diplomática y fue él quien animó a Velázquez a viajar a Italia para estudiar a los clásicos y a las grandes figuras del Renacimiento como Leonardo o Miguel Ángel. El primer viaje que Diego de Velázquez realizó a Italia tuvo lugar entre los años 1629 y 1631 y fruto de ese viaje es la obra que aquí analizamos y que lleva por título La túnica de José.

Se trata de un óleo sobre lienzo pintado en el año 1630 en óleo sobre lienzo y que en la actualidad se conserva en la sacristía del Monasterio del Escorial de Madrid. En realidad, la pieza no pertenece a un encargo en concreto sino que fue hecha motu proprio por el artista y en ella se hace patente la influencia de los modelos estudiados por el artista barroco: el suelo ajedrezado los remite a las formas quattrocentistas con las que se buscaba la profundidad, el colorido nos habla de la influencia de la escuela veneciana etc.

Velázquez pintó esta pieza a la par que otro lienzo mucho más conocido, La fragua de Vulcano y a pesar de las notables diferencias que hay entre cada uno de los lienzos –la pintura de La fragua presenta mayor calidad artística- ambas hacen referencia a la sorpresa de los personajes ante una noticia inesperada y en las dos el artista juega con los personajes que adoptan diferentes posturas y expresiones.