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Las lavanderas de Les Andelys de Signac

Publicado por A. Cerra
Las lavanderas de Les Andelys de Signac

Las lavanderas de Les Andelys de Signac

En el año 1886 el pintor francés Paul Signac decide huir durante el verano de París y se va a pasar una temporada a Les Andelys, una localidad muy cercana a la ciudad de Ruan y bañada por las aguas del río Sena.

Esta estancia iba a ser decisiva en su trayectoria profesional como pintor postimpresionista. Al igual que fue decisivo su conocimiento de la pintura de George Seurat y su estilo puntillista. De hecho, Signac tras la muerte de Seurat en el año 1891, de alguna forma se habría de convertir en el principal representante de ese estilo, y aunque hubo otros pintores que siguieron el estilo puntullista como Luce, Cross o Couturier, lo cierto es que se trató de artistas que aplicaron los métodos concebidos por George Seurat de una forma excesivamente estricta, dejando poco margen a la creación más personal.

En cambio, Paul Signac no fue tan severo en el seguimiento de la pintura puntillista o divisionista, e imprimió a sus obras una atmósfera lírica que le concede gran atractivo, algo que se manifiesta en muchas de sus obras como en El Palacio de los Papas, y también en esta tela pintada al óleo que hoy conserva la National Gallery de Londres. Y no fue esta la única obra que creó durante su permanencia en Les Andelys, ya que se conservan varios lienzos pintados allí durante ese verano de 1886.

En todas ellas se puede apreciar su particular interpretación de la pintura divisionista. Él aplica manchas de color sobre el lienzo de forma individual. Con ellas vemos como describe el río y a las mujeres agachadas a sus orillas haciendo la colada. Todas esas pinceladas tienen el fin de unirse finalmente gracias a la participación del ojo del espectador, algo que se consigue porque están dispuestas con un criterio muy geométrico, fruto de un estudio previo. Por ejemplo, en esta obra es interesante acercarse para contemplar con detalle la técnica del pintor y así ver como tonos similares aparecen repartidos por igual tanto en la zona del agua del río como en sus riberas, que en cambio luego quedan como espacios perfectamente diferenciados al observar el lienzo en su conjunto.

Y no sólo eso, sino que aun tratándose de pinceladas individuales sin tan apenas gestos ni mucho menos continuidad en el trazo, la maestría de Signac hace que parezca que fluyan los colores y las formas, tanto en el caso de las aguas como en el cielo y hasta en el verde de las orillas. De esta forma el resultado es más que brillante y consigue dotar a la escena de animación.