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Martirio de San Lorenzo de Tiziano

Publicado por A. Cerra
Martirio de San Lorenzo de Tiziano

Martirio de San Lorenzo de Tiziano

Esta obra fue pintada por el artista italiano Tiziano para ubicarse en el monasterio de El Escorial en España. Se trató de un encargo directamente del rey Felipe II, quién en el año 1564 le transmitió al embajador español en Venecia su deseo de poseer una obra de Tiziano sobre esta temática: el martirio del santo que da nombre al monasterio. No hay que olvidar que Felipe II fue un monarca profundamente religioso y era un perfecto conocedor de la hagiografía de ese santo que fue condenado a morir a la parrilla en el año 258 por ser cristiano. Y tan solo un año después de que expresara sus deseos el monarca, este lienzo fue enviado a España.

No era la primera vez que Tiziano pintaba este tema, ya que antes lo había hecho para una iglesia de su Venecia natal. Aunque hay destacadas diferencias entre ambas obras. No obstante, el cuadro le gustó mucho al rey y desde entonces está situado en la iglesia vieja del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.

La obra es un buen ejemplo del trabajo que realizó Tiziano en sus años de madurez. Un momento en el que estaba más influido por la pintura de Miguel Ángel y el emergente estilo manierista. Por eso las composiciones armónicas y los colores de obras anteriores, plenamente renacentistas, van perdiendo protagonismo en favor de unas figuras con una mayor presencia plástica, así como se incrementan los claroscuros. Y por si fuera poco, cada vez va acentuando más el dramatismo de las imágenes con personajes que van ganando en movimiento y que los sitúa en escorzos cada vez más forzados. No obstante, en la producción de Tiziano nunca desaparecieron los intensos colores que era capaz de pintar, para lo cual le ayudaba el uso de pigmentos muy aceitosos, que aumentan el brillo de los tonos y los efectos luminosos, así como le sirven para recrear las ricas texturas de cada elemento.

Y es que Tiziano, durante estos años va experimentando con diversos efectos de luz. Y en este caso se propone realizar un “nocturno”. Posiblemente el de mayor calidad que realizó en su larguísima carrera.

Para lograrlo creó tres focos de luz completamente autónomos entre sí. Uno de ellos es la suave luz de la luna que vemos en la parte superior derecha. Otros son las antorchas, en el centro a la izquierda que aparecen en el altar. Y por último, en la parte inferior, la luz irradia desde las llamas que están quemando al santo.

Esa luz tenue y trepidante incide todavía más en el dramatismo de la escena. En ella todo es dinámico, por las posturas, los gestos y los rostros de los personajes. La cantidad de figuras y la semioscuridad ayudan a dar la sensación de agitación y de cierto caos, aunque lo cierto es que todo en la imagen está perfectamente estructurado, a partir de una composición basada en las diagonales.

En definitiva, esta obra española de Tiziano es una de las más interesantes de la producción que realizó en sus últimos años de su longeva vida.