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Misterio y melancolía de una calle, Chirico

Publicado por Laura Prieto Fernández

Al analizar una obra de arte y especialmente una pintura siempre nos centramos en aquello que el artista nos muestra en su lienzo, sin embargo, algunas obras revelan tanto por el contenido que en ellas aparece como por el que esconden; algunos pintores, especialmente aquellos educados en la modernidad de las vanguardias artísticas nos llevan a analizar no sólo lo que pintan en sus lienzos sino también aquello que no muestran y que es más llamativo todavía. En esta ocasión analizaremos una de esas piezas en la que la ausencia de elementos es tan importante como los propios elementos que en ella aparecen, la pieza fue realizada por el artista surrealista Chirico y lleva por título Misterio y melancolía en la calle.

Giorgio de Chirico (1888 – 1978) fue un pintor de origen griego que pasó la mayor parte de su vida en Italia. Está considerado como uno de los grandes precursores de la estética surrealista con una pintura notablemente influida por los textos de Nietzsche o Schopenhauer que el artista devoraba en su juventud. Sin lugar a dudas, fueron las obras que el artista creó entre 1909 y 1914 las que mayor éxito le otorgaron a su carrera artística y precisamente en 1914 fue cuando el artista realizó la obra que aquí comentamos.

Se trata de un óleo sobre lienzo que en la actualidad pertenece a una colección privada de Nueva York pero que ha sido expuesto en diversas ocasiones. Se trata de una obra de formato vertical y pequeñas dimensiones que apenas mide ochenta y siete centímetros de altura y setenta y dos de ancho; en ella se representa una ciudad casi vacía, grandes edificios con logias porticadas -típicos de la esencia renacentista de Italia- dominan la composición, están dispuestos en profundas perspectivas que nos conducen al fondo.

El artista presenta una dicotomía cromática entre el cielo azul oscuro y el suelo amarillo, pero sin lugar a dudas, aquello que más nos llama la atención es la presencia de una pequeña niña jugando con su aro ajena a todo lo que le rodea. Es precisamente la ausencia de más personas lo que nos presagia un mal futuro para la muchacha pero a esa misma sensación, también contribuyen otros aspectos como la jaula del vagón de circo abierta a modo de trampa o la extraña sombra que se proyecta en el suelo y que nos habla de la presencia de otra persona aguardando a la vuelta del edificio.