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Muchacha leyendo junto a la ventana, Vermeer

Publicado por Laura Prieto Fernández

Muchacha leyendo una carta junto a la ventana es una de las intimistas obras pictóricas realizada por el artista del barroco holandés Johannes Vermeer. En la producción de Vermeer la mujer siempre ha contado con un papel más que destacado; los protagonistas de sus lienzos son a menudo preciosas mujeres que ajenas a la presencia del espectador se dedican a sus quehaceres mientras el artista capta su belleza, detallismo y la intimidad de la escena. En este sentido son características algunas obras del holandés como La Lechera o esta Muchacha leyendo una carta.

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No se conoce con exactitud la fecha en la que la obra fue ejecutada pero según los estudios realizados por los expertos parece ser que la pieza podría datarse a finales de la década de los cincuenta, en torno al año 1657. En el siglo XVIII el lienzo fue adquirido por el príncipe de Sajonia Augusto III con la convicción de que se trataba de una obra de Rembrandt, posteriormente la obra fue vendida esta vez atribuyéndola al pintor holandés Govaert Flinck.

Ya en el XIX los expertos en arte plantearon la posibilidad de que se tratase de una pieza de la producción de Pieter de Hooch. No fue hasta 1862 cuando los estudios dictaminan que definitivamente la obra pertenece a Johannes Vermeer. En la Segunda Guerra Mundial el lienzo es sustraído por el ejército ruso y desde entonces se conserva en la Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde.

La muchacha leyendo una carta junto a la ventana se trata de un pequeño lienzo de formato vertical que apenas cuenta con unos ochenta centímetros de alto y sesenta y cinco de ancho. Está realizado en óleo sobre lienzo y en él se aprecia a una joven dispuesta de perfil que absorta en la lectura de una carta que sostiene entre sus manos apenas se percata de la mirada del espectador.

En una pequeña estancia de interior el artista dispone a una figura femenina que resulta demasiado pequeña para la basta composición. La joven aparece ataviada según la moda de la época con un vestido negro y amarillo y el pelo recogido en un moño bajo del que sobresalen algunos mechones. Apenas podemos observar su rostro debido a su posición de perfil, pero éste se refleja en la hoja entreabierta de la ventana.

El artista ha resuelto la composición de la estancia a través de la progresión de espacios, un recurso muy utilizado con el que logra una profundidad más realista de la representación. En primer término el artista ha colocado un amplio cortinaje verde que sustentado por una barra horizontal en lo alto cae en vertical, en segundo término una mesa cubierta por una alfombra con motivos orientales sobre la que se dispone un frutero rebosante de frutas. La ventana se encuentra abierta y sobre la hoja cuelga un cortinaje rojizo, la luz penetra en la estancia e incide en la pared lisa difundiéndose por toda la habitación. El artista colocó en un primer momento un pequeño amorcillo sobre la pared pero finalmente fue eliminado.