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Narciso, Caravaggio

Publicado por Laura Prieto Fernández

Narciso es una de las obras más sencillas del artista barroco Caravaggio pero también una de las más bellas. Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571 – 1610) fue uno de los artistas más afamados de su época, su obra ha trascendido en el tiempo y su influencia –sobre todo en el tratamiento lumínico- sobrepasó las fronteras italianas para darse a conocer en toda Europa.

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Tras una pequeña etapa de formación con un artista al que el joven pintor pronto le hizo sombra, Simone Peterzano, Caravaggio Se trasladó a Roma para poder estudiar el arte clásico de los genios Renacentistas y allí comenzó a cosechar algunos éxitos; éste Narciso es la última de las grandes obras que Caravaggio pintó en esta etapa en Roma (1592 – 1600).Durante ésta época los lienzos realizados por el artista se caracterizaron por configurarse como obras en las que los personajes siempre aparecían acompañados de multitud de objetos, como si de grandes bodegones se tratase y la temática, ya fuera de género, mitológica o religiosa siempre seguía este mismo esquema.

En realidad no es algo extraño que los pintores jóvenes se decantaran por este tipo de composiciones; no era sino una forma de mostrar sus habilidades técnicas. Pero en la obra de Narciso Caravaggio ya ha superado todo ese componente amateur. El artista se decanta por una composición en la que tan sólo hay un protagonista.

El lienzo representa un tema mitológico extraído de las Metamorfosis de Ovidio: Narciso era un joven tan bello que quedó profundamente enamorado de su propio reflejo; cuando éste se acercó a besarlo cayó en una laguna y se ahogó. Los dioses, conmovidos por la belleza del joven, hicieron que éste se convirtiera en la flor que lleva su nombre. De esta manera todo el mundo podría observar la belleza del joven Narciso.

La obra aparece dividida en dos áreas bien diferenciadas y marcadas por el reflejo de la laguna: en la zona superior podemos apreciar al joven Narciso. Su cuerpo se encuentra agachado en un potente escorzo y aún con su rostro de perfil, podemos apreciar su belleza joven y lozana. En la zona inferior del lienzo encontramos el reflejo de Narciso, éste no es completamente nítido pero aun así podemos apreciar perfectamente como su belleza se ha ido mitigando con el paso del tiempo., su aspecto ya no es, ni tan juvenil y tan bello.

Así el artista ha querido plantear dos aspectos contradictorios, por un lado la belleza del cuerpo masculino, tan presente en muchas de sus obras, y por el otro la fugacidad de esa belleza.

La composición es tan cercana que el protagonista apenas tiene espacio en el lienzo y ocupa toda la superficie. Este espacio constreñido es, en realidad, más típico de la fotografía que de la pintura pero Caravaggio lo ha utilizado con maestría para centrar la atención del espectador sin nada que lo distraiga.

En el tratamiento lumínico ya se vislumbra los primeros ecos del tenebrismo caravaggista, la figura aparece fuertemente iluminada por una luz dorada e irreal mientras el fondo permanece en absoluta oscuridad.