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Pala San Marcos, Boticelli

Publicado por Laura Prieto Fernández

La obra de Boticelli se caracteriza por su familiaridad y su tono amable, sin embargo, en la última etapa de su producción su pintura se vio fuertemente influida por las ideas de Savonarola cosechando un tono más ascético e intimista. La obra que aquí analizamos es una de esas obras correspondientes a la última etapa con un estilo más personalizado.

Sandro Boticelli (1445 -1510) cuyo verdadero nombre es Alessandro di Mariano di Vanni Filapipe es uno de los artistas más destacados del Quattrocento italiano. Parece ser que Boticelli fue educado por su hermano mayor del que tomó su apodo. Su formación como artista no comenzó hasta los catorce años de edad lo que supondría una edad bastante avanzada para la época. Su primer maestro fue Filippino Lippi del que aprendió el tomo amable y detallista de sus composiciones aunque también se vio fuertemente influencia por el monumentalismo de las figuras de Masaccio.

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En esta ocasión analizamos una obra de su última etapa que dataría de 1490. Se trata de un retablo -de ahí que se conozca como Pala que significa retablo en italiano- y que representa la coronación de la Virgen María. Parece ser que la pieza fue un encargo del Gremio de los Orfebres para la iglesia de San Marcos en Florencia usando por ello una gran cantidad de pan de oro en la zona superior.

La obra representa un formato vertical de grandes dimensiones -mide casi cuatro metros de altura y más de dos metros y medio de anchura- y está pintada en témpera sobre madera. El artista quiso innovar en la técnica prescindiendo de la capa de imprimación y aplicando la tempera directamente sobre la madera con mucho aceite. Pese a que en un primer momento el resultado fue satisfactorio y el colorido logrado de lo más brillante, la témpera se secó demasiado rápido por lo que a mediados del siglo XX hubo que llevar a cabo una exhaustiva restauración sin la cual el retablo se habría perdido.

La escena aparece dividida en dos registros, uno inferior en el que se aprecian las figuras de los cuatro santos: San Juan Bautista, San Agustín, San Jerónimo y San Eligio como patrón de los orfebres. Mientras en el registro superior aparece Dios Padre bendiciendo y coronando a la Virgen María quien se agacha frente a Él. Rodeándolos encontramos una corte de ángeles y querubines que danzan a su alrededor formando un círculo celestial.

En la composición destaca el carácter escultórico de las figuras típico del estilo de este artista renacentista así como un colorido brillante que se puede observar en el rojo bermellón.