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Retrato de familia, Bazille

Publicado por Laura Prieto Fernández

Retrato de familia es una de las obras más conocidas del pintor impresionista Frédéric Bazille. Bazille (1841 – 1870) fue uno de los mejores retratistas de su época. Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía sus primeros años se encaminaron hacia el estudio de la medicina. Con ese propósito se trasladó en 1862 a París, sin embargo la fortuna hizo que sus amistades con pintores impresionistas como Monet, Manet o Renoir le llevaran al campo de las bellas artes.

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En torno a 1864 el artista decidió abandonar completamente el campo de la medicina y entró a estudiar en el taller de Charles Gleyre. El artista pintaba a plain air –al aire libre- junto con otros impresionistas y sus obras entraron en algunos de los Solones Oficiales de finales de la década de los sesenta, quizá debido a su estilo de inspiración clasicista y a la perfecta conjugación entre la línea y el color. Cuando en 1870 estalla la guerra franco-prusiana el artista entró en el ejército perdiendo la vida con tan sólo veintinueve años de edad.

Aun así este genio del impresionismo nos dejó algunas grandes obras como este retrato de su propia familia. Realizada en óleo sobre lienzo y gran formato – sus dimensiones son 150 cm de alto y 200 cm de ancho- Bazille logró que el lienzo fuera aceptado en el Salón Oficial de la Real Academia en 1868.

La obra fue pintada tan sólo un año antes, en el verano de 1867, cuando el artista se desplazó hasta la localidad de Méric donde su familia tenía una residencia veraniega para pasar unos días con sus parientes.

Situados en un espacio exterior bajo un gran castaño el artista representa a once personajes, incluyéndose él mismo; en la zona izquierda sedentes en un pequeño banco encontramos a sus progenitores, aparecen también su hermano y su cuñada – Marc y Suzanne-, sus tíos -Eugéne des Hours y su esposa- , sus primos -Pauline y su marido Émile Teulon y su prima Camille- el conjunto se completa con la presencia del propio artista.

La obra es un fiel retrato de su familia pero también lo es de la sociedad burguesa del siglo XIX, Bazille ha representado con gran acierto la moda de la época destacando el detallismo en los vestidos de las damas completamente representados según la moda francesa.

Los personajes apenas establecen relación entre ellos aunque sí miran, en su mayoría, directamente al espectador, como si el artista hubiese captado en su obra un momento de ensoñación y relajación familiar. Sin embargo, y como bien señalaría Emile Zola quien comentó para la crítica la obra de Bazille, cada uno de los personajes está perfectamente individualizado, el retrato se ha llevado hasta el último extremo estando quizás más cercano a la fotografía que a la pintura.

La obra también supone un elogio a la luz del entorno natural francés, luz que tanto gustaba representar a los impresionistas y que en esta ocasión Bazille ha representado a la perfección en su retrato familiar.

Hoy la obra del artista impresionista se encuentra en el Museo De Orsay.