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Retratos de la Sala Capitular de la Catedral de Toledo

Publicado por Laura Prieto Fernández

La historia y el arte en la Península Ibérica se han visto fuertemente influidos por la tradición cristiana, de hecho España es uno de los países en los que la iglesia ha tenido un desarrollo fundamental a lo largo de su historia. Los monarcas españoles han sido tradicionalmente grandes defensores la iglesia confiriendo a sus prelados amplios poderes. En este sentido parece fácil entender que la iglesia siempre haya sido uno de los poderes más destacados y uno de los mayores comitentes en el mundo del arte. Las instituciones religiosas competían a menudo entre sí para demostrar su poder haciendo del arte un vehículo con el que conseguirlo.

En la Sala Capitular de la Catedral de Toledo encontramos uno de los mejores ejemplos de cómo el arte puede convertirse en un modo de expresar el poder por parte de la iglesia, se trata de una amplísima lista de retratos, nada menos que treinta y dos, en los que se representa a los arzobispos de la iglesia toledana. Este fastuoso encargo fue realizado por el artista Juan de Borgoña por encargo expreso del Cardenal Cisneros.

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Cisneros fue una de las figuras más relevantes de la jerarquía eclesiástica del siglo XV, formado en Alcalá y en Salamanca su amistad con el Cardenal Pedro González de Mendoza, junto con el que aparece hablando en la serie pintada por Juan de Borgoña, le sirvió para ascender rápidamente en la escala eclesiástica. Tanto fue así que llegó a convertirse en el confesor de la reina Isabel I de Castilla e incluso ejerció dos veces como regente, una tras la muerte de Felipe el Hermoso y otras tras la muerte de Fernando el Católico. No obstante su poder no se limitaba al plano político sino que abarcaba importantes ámbitos del arte o la cultura, tanto es así que el estilo artístico de esta época, en el que nos encontramos ante una estética gótica más arcaica que se combina con formas renacentistas muy innovadores, recibe el apelativo de arte o estilo Cisneros.

La idea de realizar una serie de retratos no resulta en absoluto baladí ya que a lo largo de la historia estas composiciones artísticas han sido un medio muy recurrente ara legitimar el poder haciendo para ello hincapié en la tradición. Al realizar un encargo tan importante como costear los treinta y dos lienzos encargados a uno de los pintores más destacados de su tiempo Cisneros daba idea de su amplio poder pero además, al representarse a sí mismo dentro de la serie lo legitimaba como un poder propio, como parte de una herencia.

La disposición de todos los personajes de la serie es la misma, aparecen ataviados con la vestimenta sacra en la que muestran sus atributos de poder. Los ecos goticistas se muestran en las formas poco naturales y sobre todo en los fondos neutros y sin vida sobre los que se recortan los personajes. El trabajo fue ampliado por pintores posteriores que siguieron la serie de arzobispos siguiendo el mismo esquema que impuso Cisneros.