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Susana y los viejos, Tintoretto

Publicado por Laura Prieto Fernández

En enero de 1649 el pintor Diego de Velázquez partía rumbo a Italia desde el puerto de Valencia en España, su viaje estaba motivado por una de las obligaciones que tenía como pintor de cámara del rey que consistía en recabar para el monarca las obras de arte que éste necesitase para decorar sus múltiples palacios o contratar directamente a otros artistas que lo hiciesen. Velázquez llegó a Génova con la idea de adquirir algunas esculturas antiguas y de contratar al pintor Pietro da Cortona sin embargo no pudo hacer ninguna de las dos cosas y por ello puso rumbo a Venecia donde planeaba encontrar obras de los maestros clásicos que solventaran las exigencias de Felipe IV.

De este modo fue como Velázquez recabó un conjunto de seis lienzos pintados en la época renacentista por el artista veneciano, Tintoretto. Los seis lienzos que compró Velázquez tenían un formato apaisado y su objetivo era decorar una de las estancias del Alcázar de Madrid, posiblemente una cámara nupcial ya que en todas las escenas se muestran de una u otra manera implicaciones sexuales. Entre los lienzos que compró Velázquez encontramos obras como:

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En esta ocasión analizaremos el lienzo de Susana y los viejos, una temática que el pintor veneciano representó hasta en cuatro ocasiones. El lienzo que aquí analizamos tiene unas medidas ciento dieciséis centímetros de ancho y casi sesenta de alto y fue pintado a mediados del siglo XVI, concretamente en el año 1555. La historia de Susana y los viejos aparece narrada en capítulo 13 del libro de Daniel y en ella se explica cómo Susana, esposa de Joaquín, es amenazada por dos viejos a los que ella descubre que la estaban espiando durante el baño. Los viejos chantajean a la joven diciéndole que si no accede a acostarse con ellos la culparán de adulterio. Ella rechaza la oferta y es acusada sin embargo gracias a la intercesión de Daniel logra demostrar la verdad.

En esta ocasión la temática religiosa no es más que una mera excusa para ambientar el lienzo en el exotismo y poder representar un desnudo femenino. Susana aparece completamente desnuda y recostada mientras que uno de los ancianos la toca lascivamente y el otro los observa. La obra ha sido pintada para ser vista desde abajo, lo cual nos hace pensar que en algún momento pudo ser parte de un encargo. La pincelada y rápida y suelta y el colorido brillante como resulta propio de los artistas de la escuela veneciana.