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Tamara de Lempick en un bugatti verde

Publicado por Laura Prieto Fernández

A lo largo de la historia de la pintura y del arte en general, no son muchas las mujeres que han destacado en este mundo gobernado mayoritariamente por hombres; sin embargo, podemos encontrar algunas excepciones de mujeres artistas que cosecharon grandes éxitos, aunque con posterioridad, su obra quedase relegada casi en el olvido. En esta ocasión analizaremos a una de las artistas más famosas de su época Tamara Lempicka y su obra Autorretrato en un Bugatti verde.

Lempicka vivió en el periodo de entreguerras, durante los años 1918 y 1939, cuando la Primera Guerra Mundial había llegado a su fin y el mundo aún no era consciente plenamente de que otra gran guerra estaba a la vuelta de la esquina. La obra de esta artista está muy vinculada a la época en la que vivió, cerca del movimiento modernista en donde la alegría de vivir y la modernidad latente no dejaban sitio para os viejos fantasmas de las guerras o de la Gran Depresión. En este contexto, la figura femenina comenzó a ser una pieza clave de la modernidad, las damas ya habían demostrado su valía en la Gran Guerra y ahora, la figura femenina se representaba como un ente fuerte e independiente.

Es importante destacar que Lempicka no solo fue una artista, sino también una mujer de negocios. Su habilidad para promocionarse y vender su arte fue un factor clave en su éxito. Ella sabía cómo utilizar su encanto personal y su estilo de vida glamoroso para atraer a clientes adinerados. Su clientela incluía a miembros de la alta sociedad, estrellas de cine y personas influyentes de la época.

En 1929 la artista Tamara Lempicka presenta un pequeño óleo sobre tabla de unos treinta y cinco centímetros de altura y veintisiete de anchura. Su producción obedece a la estética del decó, aunque también es cierto que en ella aún se pueden apreciar ciertos ecos del movimiento cubista. Lempicka fue una de las retratistas más famosas de su tiempo y sus lienzos llegaron a costar verdaderas fortunas. En esta ocasión el lienzo fue encargado por una revista alemana que quería mostrar en portada una mujer actual, moderna e independiente.

La artista se representa al volante de un Bugatti de color verde, uno de los coches más potentes y modernos de la época. Aparece ataviada con guantes y gorro, en un estilo un tanto masculino, además de un pañuelo en el que se intuye la velocidad del vehículo por su forma de moverse. Pero sin lugar a dudas, lo que más nos llama la atención de la joven dama es su mirada que se convierte en el centro de atención del cuadro, es firme y arrogante como si con un simple gesto quisiera retarnos consciente de que es capaz de acabar con todo lo que se encuentre a su paso.

El uso del color verde en el Bugatti no es casual. El verde es un color que se asocia con la vida, la renovación, la energía y la naturaleza. En este contexto, el verde del Bugatti puede interpretarse como un símbolo de la nueva vida y la independencia que Lempicka estaba disfrutando en ese momento. Además, el verde también es un color que se asocia con la riqueza y el lujo, lo que refuerza la imagen de Lempicka como una mujer exitosa y adinerada.

Este autorretrato es un claro reflejo de la personalidad y la vida de Lempicka. Ella era una mujer fuerte, independiente y exitosa que no tenía miedo de desafiar las normas y expectativas de la sociedad. Su arte y su vida son un testimonio de su espíritu indomable y su deseo de vivir la vida en sus propios términos.