La conversión de San Pablo, Caravaggio
La conversión de San Pablo es un óleo sobre lienzo realizado por el artista barroco Michelangelo Merisi, más conocido con el sobrenombre de Caravaggio, en torno a 1600 o 1601. La obra muestra las principales características de este autor es decir tanto el tenebrismo como el naturalismo de las escenas místicas; Caravaggio ha pasado a la historia por crear un nuevo estilo que alejado de las formas clasicistas del renacimiento entronca con la teatralidad del barroco.
En esta ocasión nos encontramos ante un lienzo de gran formato –la pieza tiene unos dos metros treinta de altura por casi los dos metros de ancho- encargada por la iglesia de Santa María del Popolo de Roma. Este lienzo debía completar junto con una Crucifixión de San Pedro el programa iconográfico de una de las capillas privadas del templo; las dos obras fueron interpretadas por el artista de una nueva perspectiva más naturalista que mística lo que no terminó de agradar a sus clientes y le costó un buen número de críticas.
Una de las escenas más poéticas del cristianismo la conversión de Saulo, Caravaggio la ha reinterpretado en un tono realista que nada tiene de místico ni religioso: en sus escritos San Pablo relata como él mismo era un apuesto soldado que perseguía continuamente a los cristianos. Un día cuando iba con su sirviente por el bosque un haz de luz divina le derribó del caballo preguntándole porqué le perseguía. Saulo quedó ciego hasta que un grupo de cristianos se apiadaron de él y lo cuidaron; desde aquel momento el joven soldado se convirtió al cristianismo pasando a la historia como San Pablo.
El cuadro del artista barroco representa a Saulo tirado en el suelo con los brazos hacia arriba y las piernas extendidas. Su cuerpo extendido en un potente escorzo ocupa buena parte de toda la composición. Marcando una profunda diagonal el artista ha dispuesto al caballo que parece girarse para observar a su dueño derribado; la musculatura del animal ha sido muy estudiada por el artista y en ella se observa un trabajo de gran calidad moldeando las formas a través de las luces y sombras. Completando la escena aparece el sirviente de Saulo del que apenas podemos ver su rostro escondido tras el caballo.
La composición aparece constreñida en un reducido espacio, las figuras son demasiado grandes para el marco que ha dispuesto el artista y apenas cogen en la composición. El tratamiento lumínico es el típico de Caravaggio, una luz tenebrista que se centra en el protagonista del lienzo y que deja el resto de la composición sumida en la penumbra.
Pese a las críticas y la aparente vulgaridad con la que el artista ha tratado la conversión de San Pablo se pueden observar ciertos elementos de misticismo, así en el centro de la obra el artista ha reservado un espacio vacío donde el protagonista es la luz divina. Por su parte el joven Saulo aparece con los ojos cerrados por el golpe pero su rostro no muestra desfallecimiento sino que está sumido en un estado de éxtasis sereno y placentero.