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Bethsabé con la carta de David, Rembrandt

Publicado por Laura Prieto Fernández

Desde hace muchos años, los pintores o artistas de otras disciplinas no necesitan ningún tipo de excusa para representar el cuerpo femenino desnudo no obstante, durante mucho tiempo artistas de otras épocas se vieron en la necesidad de recurrir a temáticas religiosas o mitológicas para representar desnudos femeninos. Quizá en el mundo mitológico resulte más sencillo de encontrar escenas en la que las protagonistas aparezcan desnudas, pero en el campo religioso solo unos pocos temas –por ejemplo el de Susana o el de Bethsabé que aquí analizamos- dan pie a este tipo de licencias.

Rembrandt (1606 – 1669) es una de las figuras artísticas más destacadas del barroco europeo y sin lugar a dudas, el mejor representante de la pinta de los Países Bajos. En realidad, la obra de Rembrandt fue muy valorada y cotizada incluso en vida del propio artista sin embargo, más de un revés hicieron que el pintor acabase sus días sumido en la más absoluta ruina económica y personal.

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La obra que aquí analizamos lleva por título Bethsabé con la carta del rey David y en la actualidad se exhibe en el Museo del Louvre de París. Se trata de un óleo sobre lienzo que el artista pintó en torno a mediados del siglo XVII, concretamente en el año 1654, y tiene un formato cuadrangular con unas medidas de ciento cuarenta y dos centímetros de lado.

El lienzo representa una historia recogida en el segundo de los libros escritos por Samuel. Bethsabé era una mujer hermosa felizmente casada, un día el rey David pudo verla bañándose y se quedó prendado de su belleza por lo que envió a su marido al frente para que acabasen con su vida. La mujer recibe una misiva del rey en la que le ordena reunirse con él para hacerla suya y ese precisamente es el momento elegido por el pintor para representarlo en el lienzo, Bethsabé con la carta de David en la mano medita si hacerle caso a su rey o permanecer fiel a su marido.

En la escena el artista representa el cuerpo desnudo de la joven que sin lugar a dudas es el protagonista del lienzo, en comparación con las mujeres representadas por Rubens el artista nos presenta un cuerpo de menor envergadura pero en el que la luz, dorada y procedente de la izquierda, incide plenamente dejando el resto del lienzo oscuro. Esta es una clara muestra del virtuosismo de Rembrandt en el uso del claroscuro.

También en la composición del lienzo se puede destacar la especial influencia de la obra de algunos maestros venecianos como Tiziano y Tintoretto por los que Rembrandt sentía una especial predilección.