Línea de 1.000 metros de largo de Manzoni
Piero Manzoni ha pasado a los libros de la Historia del Arte como uno de los creadores más irreverentes del siglo XX y también como ejemplo de que nadie sabe por dónde puede ir el campo de la creación. Y eso en gran parte se debe a su célebre obra Mierda de artista que ofreció a los coleccionistas en distintos botes.
Sin duda el atrevimiento de esta obra es memorable, y ejemplo para bien y para mal de muchas opiniones relacionadas con el arte contemporáneo. Pero el caso es que el italiano Piero Manzoni (1933 – 1963) tiene otras creaciones menos escatológicas, pero igualmente polémicas. Y una de ellas bien puede ser esta lata expuesta en el MoMA de Nueva York que se titula Línea de 1.000 metros de largo.
Una obra que sencillamente consiste en un tambor de metal que en su interior contiene un papel con una línea trazada con tinta que se prolonga durante un kilómetro de longitud. Y por supuesto sobre el metal cilíndrico y excelentemente pulido, hay un rótulo que nos explica que guarda su interior, así como está el nombre del autor y la fecha de realización de la obra: el año 1961.
Como concepto artístico, provocador, ¿no?
Manzoni empezó su trayectoria como pintor, pero en sus últimos años (hay que tener en cuenta que murió muy joven con apenas 30 años) se adentró en una vertiente artística que años después se iba a denominar arte conceptual.
En ese campo se sitúa esta obra, si bien él decía que también era pintura, ya que consideraba que esa disciplina no consistía en crear una superficie llena de colores y formas, sino que era una superficie de posibilidades ilimitadas. Por eso su Línea de 1.000 metros de largo venía a representar el espacio total donde una línea se podía prolongar más allá de cualquier problema de composición o tamaño. De hecho este concepto lo repitió en una serie de obras, y en ellas ese trozo de papel podía ser de un kilómetro o no, ya que no importaba porque según él esa línea se podía prolongar hasta el infinito.
Está claro que estamos ante una obra de arte conceptual, y muy poco visual, ya que la citada línea que se supone que protagoniza el asunto, no se ve en ningún momento.
Es decir nos encontramos ante un artista irreverente de primer nivel, con obras tan llamativas como las dos citadas, u otras que vienen a ser auténticas perfomances. Ese es el caso de una serie de huevos que firmó con su huella dactilar, y que entregaba a los asistentes de una exposición suya para que se los comieran.
En definitiva, mierda en bote, líneas enlatadas o huevos para comer son sus propuestas, son sus obras pero sobre todo son invitaciones a reflexionar sobre el concepto del arte. Puro arte conceptual, aunque para algunos sean ocurrencias y hasta bromas.