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El cartel publicitario en el Art Nouveau

Publicado por Chus

cartelPara triunfar, la publicidad debe unir las corrientes estéticas con la moda y sentir de las gentes de su tiempo y desde su origen el cartel ilustrado, no ha faltado a esta regla. El estilo Art Nouveau parecía haberse originado para adecuarse al cartel: arte de superficies, relieves sugeridos por el dibujo, simplificación del motivo, asunto rápidamente inteligible, siluetas englobadas en una mirada. Así pronto el cartel ilustrado fue considerado por los artistas como un gran campo experimental y atractivo. Desde 1897 hasta 1900 existió una revista de arte denominada “La estampa y el cartel”, que se difundió con un cartel hecho por Bonnard (el pintor conocido como el “nabis japonés”). Toulouse-Lautrec se reveló como un gran pintor de la vida parisina, como un gran artista y también como un gran publicista con carteles como “La Goulue”, “Reine de Joie”, “Le Divan Japonais”, “Jane Avril”, etc.

A finales del s. XIX el cartel publicitario no tenía todavía reglas pensadas para provocar el impacto publicitario, y los artistas de moda no tenían inconveniente en aliarse con los asuntos comerciales, tratando de encontrar los mejores medios, según las costumbres de la época, de convencer al posible cliente.

El asunto principal de los carteles hacia 1900, fue la mujer, el “eterno femenino”: sus ropas, sus modales, las sonrisas, etc, pero poco importaba lo natural, era teatro, una sofisticación, con predomino de la afectación.

El maestro del cartel del Art Nouveau fue Alfons Maria Mucha (1860-1939), checo de nacimiento, que fue a París para trabajar con Jean Paul Laurens, con el que se dedicó a pintar cuadros de historia, hasta que recibió el encargo de hacer un cartel para “Gismonda”, obra del autor Victorien Sardou, que iba a protagonizar Sara Bernhardt en 1895. La gran diva del teatro quedó encantada con los resultados, lo que cambió el rumbo de la carrera de Mucha, quien durante mucho tiempo se encargará de realizar los carteles de sus obras en París. Ello le supuso entrar en los círculos elitistas parisinos, donde frecuentó sobre todo a los simbolistas y se volvió un adepto a las ciencias ocultas, que por aquellos años gozaban de gran predicamento entre círculos intelectuales. Además de carteles para el teatro trabajó para las grandes marcas comerciales del momento, como por ejemplo los papeles de liar cigarros Job o el chocolate Ideal. Realizó pinturas, pósteres, ilustraciones, diseños para papeles pintados, etc. En su estilo destacan las mujeres vestidas con telas y formas que nos podrían recordar los modelos neoclásicos (del estilo de “Madame Recamier” de David), con el pelo largo y suelto, acompañadas de flores, que a veces las envuelven con voluptuosidad, generando decorados artificiales.

Los carteles ingleses tienen sus peculiaridades, el grafismo un poco más afilado, amplios campos del “verde inglés” y bermellón. Entre los principales artistas dedicados a ellos destacan Beardsley (“A comedy of Sighs”), Nicholson, Ardí, etc.

En Bélgica, Van de Velde (arquitecto, pintor, decorador) realizó verdaderos símbolos abstractos para la publicidad de la casa Tropon. En Alemania los cartelistas son más austeros, voluntariamente dramáticos a veces.

En los primeros años del s. XX, Cappiello con sus manchas de colores vivos, el dinamismo de las formas y su elegancia revolucionó el mundo publicitario. El Art Nouveau perdió con ello uno de sus campos favoritos.